viernes, 24 de julio de 2009


2:30h. Noche cerrada en Play. El vecindario en el mayor de los silencios. Hace calor, pero una suave brisa estival se cuela por la ventana.

Yo duermo tranquilamente sobre mi butaca favorita. Sueño con lindos gatitos, con el recibimiento del lunes por la mañana, con las faldas ajenas que me protegen. ¡Es un agradabilísimo sueño! De repente, oigo un estruendo. En un primer momento, no sé si es en mi sueño o es externo. ¡Qué pereza más grande abrir los ojos! Así que para no despejarme del todo, entreabro solo uno, pero lo vuelvo a cerrar. La pereza me vence. Pero, otra vez, un golpe más fuerte. Esto ya no es normal. Parece que el ruido proviene de la persiana de atrás. ¡Me extraña que alguien venga a estas horas, pero en Play todo puede pasar! Así, que todo contento y ufano me dirijo hacia la puerta para recibir unos cuántos mimos y atenciones. Sin embargo, cuando me acerco, descubro con sorpresa que los que entran no son caras conocidas ni amigas.

¿Y ahora qué? Mi primera reacción es salir corriendo con el rabo entre las piernas, pero no, debo ser valiente y defender mi territorio.

Sigilosamente y parapetado por la oscuridad de la noche, me dirijo hacia esos extraños. Intentando no asustarme de mi propia sombra, me acerco y veo que empiezan a tocarlo todo. Abren armarios, revuelven las cosas y yo sin saber qué hacer. Está claro que son unos ladrones, pero no sé si de poca monta.

Mientras pienso en algún plan, sucede algo que me hace actuar con premura. ¡Están toqueteando el armario de mis latitas! Y ya sabéis que mis latitas son sagradas y no me las toca nadie. En este momento, cual felino con la boca abierta, los dientes afilados y las uñas preparadas me tiro a las piernas extrañas. Como son humanos y no ven nada en la oscuridad, al notar algo entre sus piernas y los mordiscos aquí y allá, el ladrón empieza a gritar. El que le acompaña se asusta al oír a su compañero y ya tenemos a dos personas huyendo. Así es como este gato superhéroe consiguió de la manera más ancestral y sencilla echar a estos ladrones de su hogar.

Después de este incidente, hay que extraer dos conclusiones: la primera, es que los gatos engañamos. Podemos parecer inofensivos, monadas y peluchadas, pero cuando nos vemos en peligro podemos desatar al gran felino que llevamos dentro. La segunda conclusión es que cuando uno ve peligrar realmente lo que quiere, lo defiende a uñas y dientes. Insisto, a mi nadie me tocas mis latas. Al fin y al cabo, veis, humanos y gatos no somos tan diferentes.

Curiosamente, mis muchachos creen que los ladrones huyeron porque la alarma saltó. No seáis incrédulos, que quién os salvó –bueno, salvó vuestro trabajo-, fui yo. Así que ya sabéis, a cambio me debéis unos cuántos mimos extras y una latita de más.

No paséis mucho calor y ánimo con los cuentos porque como ya sabéis a mí también me gusta mucho fabular sobre la realidad. Si necesitáis ayuda, contad conmigo.

Playete, el gato superhéroe.
Próximamente, más y mejores ronroneos.

PD: ¡Felices vacaciones Teo! A la vuelta me cuentas que tal son los gatos suecos y del norte de Europa, en general. Me gustaría conocerlos en persona, pero como soy tan vago y tan malo para meterme en el cajetín y viajar, me tengo que conformar con lo que me expliquéis los demás.

Posted by Publicado por Play en 5:00
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1 comentarios:

:DVD: dijo...

Parece que lo de gato superheroe se te ha subido a la cabeza... menos ronroneos y a ver cuando una nueva entrada!