Hace un par de días, en un brainstorming –nunca entenderé porque los humanos ponéis nombres tan extraños - me enteré de una especie de movimiento que algunos humanos estáis promoviendo y al que sin dudarlo, me sumo encantado: el movimiento slow –y estamos de vuelta con los anglicismos-.Vamos, el movimiento lento.
El movimiento lento propone tomar la lentitud como emblema de vida, para disfrutar del momento, sin las prisas y el estrés de las sociedades humanas. La verdad es que no habéis descubierto nada nuevo. Más bien, yo diría que habéis tomado el ejemplo de la forma de vida gatuna. En la agencia, más de un día, oigo la ya famosa frase: “Play yo quiero ser como tú, que me lo den todo hecho” o “¡Play qué bien vives, ahí durmiendo todo el día! ”.En fin, los humanos anheláis las facilidades, pero creo que por encima de todo, echáis en falta el tiempo, la calma y la libertad para hacer lo que queráis. Por eso envidiáis a los gatos. Nuestras siestas eternas, nuestros bostezos constantes, pero sobre todo, nuestro particular y personal ritmo vital. Os gustaría poder parar el reloj, apartar las obligaciones cotidianas y, por un rato, disfrutar únicamente de un sofá, un Warcraft, un lienzo o un papel en blanco. Pero, claro, parar y detenerse a veces no está bien visto. Os han enseñado a trabajar y producir, y más trabajar y más producir para alcanzar algo que ni se sabe lo que es o que a lo mejor ni queréis.
Por eso me gustó eso del movimiento lento porque, en muchas ocasiones, ir más lento, ralentizar o parar el reloj vital es necesario no solo para la salud, sino para uno mismo. Parar para coger más energía. Parar para discernir el paso siguiente. Parar, simplemente, por el placer de parar. Os puedo asegurar que es de lo mejor, sólo tenéis que mirarme a mí… ¿A qué queréis ser como yo? Pues ya sabéis, de vez en cuando, -ahora si os lo digo en inglés- poner el Pause o el Stop, os lo dice un Play.
Próximamente, más y mejores ronroneos.
Play, el gato.
jueves, 23 de octubre de 2008
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miércoles, 15 de octubre de 2008
Apreciados lectores y blogueros:
A pesar de los tiempos que corren, siempre hay pequeños hechos que nos llenan de alegría y que, de una manera u otra, nos congratulan con la humanidad, incluso a mí. Y uno de esos pequeños, pero trascendentes hechos es el nacimiento de un nuevo ser –ya sea bebé humano o bebé gatuno.
Hoy me permitiréis que me tome la licencia de aprovechar el blog para un tema personal como es dar la enhorabuena a unos padres repetidores en este asunto: Gemma y Efrén. ¡Qué les puedo decir! Simplemente, felicitarles por la llegada de su nuevo vástago. Ya sé y me lo podéis echar en cara, que no suelo ser el gato más afectuoso con vuestros niños… Sí, lo sé, a veces soy un poco insensible a las carantoñas de los pequeños, y me mantengo alejado, pero es que me habéis de entender. Durante mucho tiempo, he sido una especie de “hijo único”, un gato que recibía toda las atenciones del mundo –bueno, la verdad, es que ahora tampoco puedo quejarme-. El caso es que de repente, ese lugar fue siendo sustituido por pequeños monstruitos humanos y aunque Efrén, tú y yo lo hemos hablado, a veces me puede mi lado más gatuno y me torno un poco lunático y poco agradable con los niños. Aunque a estas alturas, creo que ya debo irme acostumbrando. ¡No me queda más remedio!
Ahora, con este nuevo humanito, será ese momento en que todo el mundo os esté visitando y recalcando las típicas frases de “Qué cosa más mona”, “Qué rico, qué dulce” “Se parece a su padre… No, no, se parece a su madre”. Con todos mis respetos, paparruchas. Un bebé no es una cosa mona y menos cuando está recién nacido. Reconozcámoslo, los bebes al nacer son feos, pero si es que tiene toda su lógica. ¿Cómo estarías vosotros después de tal esfuerzo y de un cambio tan radical? Lo de “Qué rico, qué dulce”... Lo mismo. Hablemos con sentido común. ¿Rico? ¿Acaso lo habéis probado o queréis decir que viene con un montón de euros bajo el brazo? Aunque sin duda, mi preferido es el de a quién se parece… Dejar de buscarles parecidos, pobres niños. ¡Qué sean como tengan que ser!
Con toda esta retahíla sólo quiero deciros que a pesar de todo, me alegro que en estos momentos os estén diciendo “Qué cosa más mona”, “Qué rico, qué dulce” e, incluso, que estén discutiendo si se parece al padre o a la madre. Lo importante es que el nacimiento de un bebé debe vivirse como un hecho que aunque plenamente natural, es casi, casi mágico, ¿verdad? –uy, estas últimas palabras me suenan. Algún día tenía que acabar con ellas.
¡Ésta va por Kai!
Próximamente, más y mejores ronroneos.
Play, el gato
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viernes, 10 de octubre de 2008
Apreciados blogueros y lectores:
Hace ya días, semanas e incluso meses que oigo hablar continuamente de una palabra: crisis.
La oigo en la agencia, la leo en los periódicos gratuitos que cada día traen aquí; incluso la escucho entre la gente cuando me asomo a la calle y contemplo el paisaje urbano de siempre.
Yo nunca había oído esta palabra y, sinceramente, no entiendo mucho sobre esto de la crisis, pero creo que los humanos andáis igual de perdidos que yo. ¡Mira por dónde, por fin, hemos encontrado algo en común!
El caso es que como soy un felino inquieto, más mentalmente que físicamente,-porque ya sabéis que poco más de la puerta me atrevo a salir-, he empezado a leer, investigar y preguntar.
Leo en los periódicos grandes titulares a cual más negativo, más preocupante: Catracrak, Tormenta perfecta en la Bolsa, Se colapsa el reloj de la deuda, El crack bursátil… Y así un largo etcétera. Vamos, titulares perfectos para animar a la gente.
Os preguntaréis que para qué hago todas estas cosas, porque al fin y al cabo, soy un gato y como gato no va a pasarme nada. ¡Pues estáis muy equivocados! Si la crisis aprieta, los gatos lo notaremos. Seguramente, no dejaremos de comer, ni dejaremos de seguir nuestra vida más o menos como siempre –como le sucederá a la mayoría de humanos. Pero os puedo asegurar que si la crisis aprieta, el ánimo se afloja y un amo triste y desanimado no es la mejor compañía del mundo.
Y ante todo esto, ¿cómo hay que pensar o actuar? Tal vez sea el momento de plantearse las cosas de otra manera, empezar de cero y construir un nuevo sistema. Eso dicen los positivos. Otros, los más negativos, que toda esta situación la pagarán los de siempre, los más desvalidos. En fin, que yo creo que no me voy a posicionar ni con unos, ni con otros. Sencillamente, disfrutaré del día de hoy –toca latita de los viernes- y lo que tenga que ser, será. Para que me y nos vamos a preocupar más de lo que ya lo intentan…
Próximamente, más y mejores ronroneos.
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