Son días de revuelo en las calles, de enfrentamientos callejeros entre el poder vestido de uniforme y los rebeldes estudiantes. Son días donde los trabajadores se montan en asamblea para defender sus derechos y necesidades. Son jornadas extrañas donde la reivindicación esta a la orden del día. Y yo no voy a ser menos y hoy voy a dar voz a aquellos que no se pueden expresar más que con ladridos, maullidos o demás sonidos onomatopéyicos.
Esta semana me voy a poner serio, muy serio porque estoy cansado de tanta tontería y discriminación animal.
Os pongo en antecedentes: hace ya algún tiempo que se viene reivindicando para Barcelona un nuevo lugar de acogida para los animales abandonados. Son demasiados para tan poco espacio y determinadas condiciones. Ya de por si estos lugares no deberían existir, estamos de acuerdo, pero obviamente, son necesarios. Hay algunos que hemos tenido suerte, otros no tanta.
El caso es que la semana pasada, nuestros políticos (me río yo de este posesivo pues no querría tenerlo que utilizar según con quién) tenían que tomar una decisión, pero no hubo consenso –qué extraño. Y pararon el tema. Justificaciones para tomar esta decisión:
1. No hay dinero. Sí, lo sé, todo el mundo lo sabe, hay crisis, pero se gastan el dinero pasado en forums sin fundamento, en campañas actuales para remodelar la Diagonal o, en mil y una cosas futuras más, innecesarias completamente, pero y ¿para los animales? Algunos humanos se quejan de que se gaste dinero en esta causa, cuando curiosamente si hay animales en la calle es porque un día un humano –al cual no debería llamar así- decidió abandonarlo en la calle.
2. La ubicación. El lugar pensado, en los barrios altos, no era el adecuado. Al parecer estaba demasiado cerca de centros escolares y los animales del nuevo centro podrían acarrear enfermedades a los vecinos (sic). Jajaja, dejadme que me ría un rato de la inoperancia. ¿Demasiado cerca de centros escolares?. ¿Y esto no lo sabían ya nuestros políticos antes de trazar y presentar el plan? Jajaja, dejadme que me ría otro rato de la ignorancia. ¿Los animales transmitimos enfermedades? Eso se llama desconocimiento.
Todo esto me hace pensar que en muchas ocasiones no entiendo a los humanos. Creo que supuestamente los humanos os llamáis así porque tenéis una capacidad de raciocinio que os diferencia de los animales. Pero, perdonadme, a veces me parecéis más animales vosotros que nosotros, los propios perros o gatos. Nosotros, en general, somos nobles, no abandonamos, no perjudicamos, ni hacemos daño por hacer daño … Disculpad mi tono, pero es que estoy tremendamente enfadado y, eso es extraño en mi, yo que nunca paso de un mordisquito o de algún desaire bien dado.
Soluciones: de acuerdo que no hay demasiado dinero, pero estoy seguro que siempre se puede rascar de aquí o de allá y, si hace falta yo pongo mis uñas a favor de la causa para rascar y arañar de donde haga falta. Que el lugar no es el ideal, pues se buscan más sitios, pero estar en un lugar cercano a centros escolares puede ser un buen motivo para educar a los niños en el respeto hacía nosotros y crear mejores vínculos afectivos en las relaciones futuras entre humanos y animales. También me ofrezco para abanderar la causa demostrando que hay animales tremendamente humanos –que incluso escriben blogs. Pero sobretodo que no me digan que es porque transmitimos enfermedades porque lo único que nosotros transmitimos es compañía, alegría y ganas de llenarte la vida.
Por eso, maullo bien fuerte: ¡Centro de acogida de animales YA!
Palabra de Play.
PD: Para más información, aquí
viernes, 27 de marzo de 2009
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viernes, 20 de marzo de 2009
Esta semana pasada por primera vez en esta vida –que por cierto, he perdido la cuenta pues no sé si es la tercera o la cuarta-, he recibido una revista para mi solito.
Me explico: aquí en Play siempre se van recibiendo revistas y sobres para unos y para otros. Que si la revista Coupdefouet para los diseñadores por diseñarla; que si el IPMARK y el Brandlife y demás revistas del sector para la parte marketiniana y de comunicación; que si la revista Intermón y la de Veterinarios sin fronteras por ser clientes, en definitiva, todos mis muchachos, en un momento u otro, reciben correspondencia. Bueno, y luego están las famosas cajas que recibe Alex. Siempre son una permanente sorpresa: que si ahora un bolso, que si unas zapatillas molonas, que si ahora otro bolso. En fin, que yo observaba como todo el mundo recibía, pero aquí como yo soy gato, pues me quedaba con las ganas. Hasta ahora.
Gracias a Alex y sus constantes búsquedas de información, la semana pasada llegó una revista dedicada exclusivamente para mí: El gato en casa. ¡Qué alegría! Primero, por recibir algo y, segundo, por saber que hay gente que se dedica a la noble tarea de escribir artículos sobre los felinos con títulos tan sugerentes como “La caspa”, “¿Mi gato vomita o regurgita?” o, el mejor de todos, “La cola del semental” –y no penséis mal, guarretes, se trata de un problema de exceso de grasa en la cola que además de problemas estéticos, puede derivar en problemas de salud. Vamos, cosas que muy adecuadas para mi, porque no vamos a engañarnos, los humanos sois interesantes por vuestros comportamientos y personalidades, pero yo soy gato y también necesito saber de los de mi especie.
En fin, estaba yo tan emocionado con el sobre entre mis manos, que sin pensarlo lo arañé hasta que pude sacar el ejemplar. Y nada más mirar la portada: uy, que susto me llevé. Se me erizaron los pelos y las pupilas se me dilataron. Un maullido de susto salió de mi garganta. ¿Qué era aquello que salía en portada? ¿Un gato o un extraterrestre? Lancé la revista al suelo y Francesc y Alex la recogieron y empezaron a leer el artículo. Así me enteré que aquello que aparecía en la portada era uno de mi especie, eso sí, de una raza muy rara llamada Sphynx, que fue creada genéticamente. Algo así como un frankenstein gatuno. Lo puedo imaginar, unos veterinarios perversos, un aristócrata rico con ínfulas de pasar a la historia y unos engendros de gato que dieron como resultado esa cosa. Con todos mis respetos, si eso es un gato, yo me planto y quiero pertenecer a otra especie.
Cuando superé el susto inicial, leí la revista de cabo a rabo. Temas francamente muy interesantes. Lo que más me gustó fue el artículo dedicado a los gatos como fuente de inspiración para muchos escritores a lo largo de la historia. Ah, pero se han dejado lo más importante ¿y los gatos que escribimos por si solos? Nosotros buscamos las musas en los humanos y, tal vez, seamos pocos, pero bien organizados. Voy a escribir una carta a esta revista, proponiéndoles que me hagan una entrevista personal o, al menos, que me saquen en el apartado del gato del mes.
Por cierto, pensando en ese tema de la especie Sphynx, si los científicos fueron capaces de crear una raza de este tipo, tampoco sería difícil crear una raza de Playetes. Estoy segura que más de una estaría contenta de tener un playete en casa. Es que produzco un efecto hipnótico, denominado síndrome de yo quiero un gato en mi vida como Play… pero eso ya es otro tema.
En cualquier caso es curioso ver que esto de la observación entre humanos y gatos es mútua. Yo os escudriño en este blog y vosotros hacéis lo propio en revistas como esta. Es que humanos y gatos siempre hemos tenido relaciones complejas.
Espero con ansiedad el próximo número de la revista…
Próximamente, más y mejores ronroneos.
Play, el gato.
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jueves, 12 de marzo de 2009
A los gatos nos gusta la independencia y nos deleitamos con la libertad. No hay nada mejor que hacer lo que nos plazca a cada momento. Sin embargo, los humanos soléis ser más dependientes y menos libres. Y por eso, cuando los humanos tenéis la oportunidad de ser libres por completo, os perdéis. Sí, sí, tal como lo digo, cuánta más libertad, menos sabéis qué hacer o como actuar. Supongo que estáis tan habituados a seguir unas normas y unas reglas, que las posibilidades infinitas os llegan a provocar un colapso total y, por consiguiente, un cortocircuito mental. Se demuestra nuevamente que los humanos sois contradictorios, pero eso ya lo sabemos los felinos, los perros y cualquier tipo de animal de compañía. De hecho, los sabéis hasta vosotros.
Un ejemplo claro de la contradicción humana frente a la libertad la he experimentado en Play los últimos días. Normalmente, cuando en la agencia se inicia un proyecto nuevo, en muchas ocasiones, por no decir, casi todas, mis chicos se quejan de los briefings muy abiertos o muy restrictivos, del poco riesgo que algunos clientes toman, del tono excesivamente formal de algunas campañas, de que el material fotográfico o las imágenes no son de calidad, de que esto y de que lo otro. En fin, lo que estáis pensando que, a veces, mis chicos son un poco quejicas, pero también debéis entenderles. A veces es complicado saber lo que un cliente quiere, cuando nadie, ni tan solo el cliente está muy seguro.
La cuestión viene cuando el cliente es uno mismo y la libertad es total y máxima. En su afán de ir renovándose y cambiar, aquí en Play han vuelto a hablar sobre aquella cosa rara llamada frescología. Y ahí llegamos a su punto débil: cuando se trata de trabajar para uno mismo, el listón se sube aún más –si eso es posible- y mis chicos se exigen más imaginación, más creatividad y más de todo. Y de exigirse tanto y ante el mar de posibilidades que ofrece la libertad, no saben como enfocar el tema. Y ahí está la frescología a medio hacer, con algunas ideas muy claras, pero otras aún en fase de desarrollo. Y encima, sólo falto yo paseándome por las mesas y distrayendo al personal cuando la concentración es total.
Así que lo que puedo deciros es que no desesperéis, ni os quejéis, ni os amarguéis. Si no sale hoy, ya saldrá mañana. Yo confío en vosotros y estoy seguro que la frescología acabará siendo uno de vuestros grandes proyectos. Tomároslo como un reto. Como yo me tomé lo de este blog, al cual voy sumando entradas según la inspiración. Venga, muchachos, mucho ánimo que aquí tenéis la oportunidad de alcanzar la verdadera libertad a través de la creatividad. ¿A qué suena bien?
Próximamente, más y mejores ronroneos.
Play, el gato.
PD: Por cierto, agradeceros a todos que la caja de pesadillas erótico-nocturnas haya sido repartida. Quiero que sepáis que duermo mucho mejor y ya no me desvelo a medianoche imaginándome, como decía David, a Francesc en tanga o a Alex con leotardos.
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