miércoles, 15 de octubre de 2008


Apreciados lectores y blogueros:

A pesar de los tiempos que corren, siempre hay pequeños hechos que nos llenan de alegría y que, de una manera u otra, nos congratulan con la humanidad, incluso a mí. Y uno de esos pequeños, pero trascendentes hechos es el nacimiento de un nuevo ser –ya sea bebé humano o bebé gatuno.

Hoy me permitiréis que me tome la licencia de aprovechar el blog para un tema personal como es dar la enhorabuena a unos padres repetidores en este asunto: Gemma y Efrén. ¡Qué les puedo decir! Simplemente, felicitarles por la llegada de su nuevo vástago. Ya sé y me lo podéis echar en cara, que no suelo ser el gato más afectuoso con vuestros niños… Sí, lo sé, a veces soy un poco insensible a las carantoñas de los pequeños, y me mantengo alejado, pero es que me habéis de entender. Durante mucho tiempo, he sido una especie de “hijo único”, un gato que recibía toda las atenciones del mundo –bueno, la verdad, es que ahora tampoco puedo quejarme-. El caso es que de repente, ese lugar fue siendo sustituido por pequeños monstruitos humanos y aunque Efrén, tú y yo lo hemos hablado, a veces me puede mi lado más gatuno y me torno un poco lunático y poco agradable con los niños. Aunque a estas alturas, creo que ya debo irme acostumbrando. ¡No me queda más remedio!

Ahora, con este nuevo humanito, será ese momento en que todo el mundo os esté visitando y recalcando las típicas frases de “Qué cosa más mona”, “Qué rico, qué dulce” “Se parece a su padre… No, no, se parece a su madre”. Con todos mis respetos, paparruchas. Un bebé no es una cosa mona y menos cuando está recién nacido. Reconozcámoslo, los bebes al nacer son feos, pero si es que tiene toda su lógica. ¿Cómo estarías vosotros después de tal esfuerzo y de un cambio tan radical? Lo de “Qué rico, qué dulce”... Lo mismo. Hablemos con sentido común. ¿Rico? ¿Acaso lo habéis probado o queréis decir que viene con un montón de euros bajo el brazo? Aunque sin duda, mi preferido es el de a quién se parece… Dejar de buscarles parecidos, pobres niños. ¡Qué sean como tengan que ser!

Con toda esta retahíla sólo quiero deciros que a pesar de todo, me alegro que en estos momentos os estén diciendo “Qué cosa más mona”, “Qué rico, qué dulce” e, incluso, que estén discutiendo si se parece al padre o a la madre. Lo importante es que el nacimiento de un bebé debe vivirse como un hecho que aunque plenamente natural, es casi, casi mágico, ¿verdad? –uy, estas últimas palabras me suenan. Algún día tenía que acabar con ellas.

¡Ésta va por Kai!

Próximamente, más y mejores ronroneos.

Play, el gato

Posted by Publicado por Play en 3:23
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4 comentarios:

desiree dijo...

jajaja divertido!!! la verdad es que cuando los niños son recién nacidos son como viejitos, bien arrugados, pero aunque sean feos, no me negarás que transmiten una ternura inexplicable.. ¿o no te ha pasado a ti, con los gatos cachorritos que salen pelados? mira que son feas las creaturas del "señor".

:DVD: dijo...

Ah, que sabia es la naturaleza, dota de un arma tan adorable como la "ternura" a los cachorros, seres indefensos... "Mágico, verdad?"

En fin, bienvenido Kai!! como dice muy sabiamente Play, pasa de si te pareces a papá o a mamá... se tu mismo.

Guillermo dijo...

Hay que gato más salado.
Encuentro que para ser gato tienes grandes inquietudes y muestras de afecto, a mi no me engañas tu no eres gato, tú eres gatita.

Un beso gatuno de lengua estropajosa

Isa miau

Play dijo...

Gracias por vuestros comentarios. Parece que esto de los bebes o, en su defecto, cachorros despierta gran interés... aunque sólo sea por lo tiernos que son.

Por cierto, prometo que soy un gato, gato, aunque hay quien dice que soy gato un poco afeminado... Tal vez sea influencia de las féminas humanas que me rodean y me miman.

Palabra de Play