La semana pasada os explicaba que no había manera de que saltara de las faldas amigas y de su entrañable compañía. Pero los felinos somos tan nuestros que nos llevamos la contraria incluso a nosotros mismos. Así que estos días me ha dado por sentarme en la salita, con la única compañía del sofá. ¡Arrggg, se está tan bien! Me estiro, me retuerzo, doy vueltas sobre mí mismo y qué gustito. ¡Esto es vida, humanos!
En realidad, esto de apartarme es una manera de irme preparando, de irme desapegando de mis muchachos cuando llega el verano. ¡Ah, pero este año hay novedad! No es porque mis muchachos se vayan turnando para hacer vacaciones. ¡No! Este año el que se toma un descanso soy yo. ¿Os acordáis del centro de desintoxicación humana que visité aproximadamente hace un año? Pues allí me voy, pero no a una cura, sino simplemente a una estancia de reposo –sí, ya sé lo que estáis pensando, ¿más reposo aún, Playete?
Sí, un poco de reposo, de distancia, que siempre es bueno para todas las partes. Porque tomarte tu tiempo, tu espacio es muy necesario. Un tiempo exclusivamente para ti, sin nadie más de los que suelen pulular por tu entorno. Hay a quién no le gusta, yo diría que porque les asusta estar solos consigo mismos, pero sinceramente creo que es un sano ejercicio. Así que me voy. Dejo a los conocidos de cada día y me voy con otros: he convencido a algunos gatos amigos empezando por Don Vito, que descansará de Abril y sus achuchones; Fellina, que necesita urgentemente que le asesore en ademanes y educación para que deje de salvajear a sus amos. También se nos unirán en esta pequeña aventura de descanso Iris, la dulce gatita de nuestro querido Conserje Jubilado, y a Muffin, que quiere descubrir mundo más allá de la calle Rogent. Por supuesto, vendrán otros felinos que no conocéis aún: Duc, Lio, Pili, Mimo y, seguro que alguno más se vendrá con nosotros. Echaremos en falta a Yupp, pero siempre lo llevaremos en nuestro recuerdo por lo que compartimos, por lo que nos dejó, que fue mucho. Demasiado diría yo y, por eso, se le sigue echando de menos.
¡Me estoy imaginando estas maravillosas vacaciones! ¡Esto puede ser tremendo! Ya os contaré nuestras historias por ese retiro espiritual, donde madrugar está prohibido, al igual que pasar hambre. Donde la única regla es descansar y tumbarse en la hierba, perseguir moscas y pajaritos y ronronear todo lo que podamos.
En realidad, estas vacaciones haremos lo que hacemos siempre, pero triplicado. Eso sí, sin faldas amigas. Pero sé que cuando vuelva, después de esta ausencia y en previsión de que las echaré de menos, retornaré por mis fueros con más caña que meter, pero con más cariño para repartir. ¡Felices vacaciones!
Ronroneos estivales para todos.
el gato Play
PD: Foto by Montse y agradecer la cámara a Carlos... De este personaje os hablaré cuando vuelva de vacaciones... ¡Más de una entrada va a protagonizar, lo veo venir!
viernes, 22 de julio de 2011
Posted by Publicado por
Play
en
5:27
Categories:
0
comentarios
viernes, 15 de julio de 2011
Hay gatos a los que no les gusta que se les acerquen, que les toquen, que invadan su espacio vital. Igual que muchos humanos. Hay otros, sin embargo, que somos todo lo contrario: nos gusta que nos toquen –excepto los niños, de eso ya hablamos-, que nos soben, incluso, que nos acuchen cuanto más mejor. Es una sensación de éxtasis plena, de ronroneos sin tregua. Y, está claro, que yo soy de estos últimos.
La cuestión es dar con humanos que sean de tu misma condición para que así puedan satisfacer esta necesidad de acercarse y de estar piel a piel, mejor dicho, en este caso, de piel a pelaje. Aquí en Play hay un poco de todo, eso es lo bueno. Y los hay tipo “mejor no me toques”, los hay de “tócame pero solo un poquito”, los de un buen achuchón y los hay sobones como yo.
Y no sé qué pasa este verano pero estoy más mimoso de lo normal. Yo, de carácter natural, soy así, pero este año es demasiaó y quiero más compañía de lo normal. En general, al llegar este tiempo suelo evadirme en el sofá de la salita –así está él, lleno de pelos y hasta desteñido de mi negrura-, pero esta vez es diferente. No abandono las faldas amigas y es que tienen un no sé qué tan cómodo y tierno que es inevitable no invadir ese espacio vital y pasarme horas y horas ahí estirado. Sí, lo sé, esas faldas amigas tienen mucha paciencia porque han de aguantar un calor extra, pelos y pelos y un peso considerable, porque aunque en verano me pongo a régimen, uno pesa sus casi 6 kilitos. Así que imagínate lo que es aguantarme las jornadas de 8 horas con 6 kilos sobre las piernas. Por eso, desde aquí quiero agradecer la paciencia de esas faldas amigas. Ahora, que también hay que reconocer que ellas lo disfrutan. ¡Soy una gran compañía!
Yo, ahora como agradecimiento, me ha dado por lamerle a la chica de mis faldas preferida. Sí, lo sé, entre humanos no es normal lo de lamerse –al menos, no en público, ¿verdad?-, pero yo soy gato y puedo dar un lametón –o varios- como gesto de cariño. Pero ya no solo es eso, sino que en cuanto entra por la puerta me lanzo a mi muchacha, para amarrarme a sus espaldas y pasearme un rato subido en sus hombros. Sí, lo sé parece que tenga síndrome de loro, pero me encanta estar ahí. Es otra perspectiva diferente, bien alto, casi como los humanos. Desde ahí todo se ve diferente. Nuevamente agradecer a quién me aguanta, porque son 6 kilitos como he dicho que se apalancan en la espalda. Después de un rato de ronroneos, ya me lanzo y me voy a dar un paseo. Un paseo breve, eso sí, hasta que pueda tomar nueva posición en las faldas amigas.
En definitiva, así paso mis jornadas estivales, temiéndome que llegue el momento en que mis faldas preferidas se vayan de vacaciones. Pero, como decía antes, en Play hay de todo y estoy seguro que habrá otras faldas que me acogerán con cariño.
Y es que queréis que os diga: el contacto con tacto –sin molestar al otro- es lo mejor. A veces siento lástima por los humanos que os olvidáis que estáis hechos de piel y que tocar forma parte de lo normal. ¡Anda, sobaros todos un poquito más! Acercaros al otro, abrazarlo, darle cariño. Sentirlo. Descubriréis que con el contacto se derriban murallas de miedo y se abren puertas a la emoción y al conocimiento.
Consejo de Playete.
Próximamente, más y mejores ronroneos.
PD: En la foto, esa cosa negra de grandes ojos soy yo enfaldao cómodamente sobre una de mis muchachas. ¡Qué agustito que estoy!
Posted by Publicado por
Play
en
5:41
Categories:
2
comentarios
viernes, 1 de julio de 2011
Los niños, mi pequeño gran problema. Sí, lo sé, no tiene mucho sentido. Yo que soy dulce y bueno, suave y cariñoso, de repente, dejo de serlo cuando veo a los pequeños humanos. No sé que será: sus ademanes continuos, sus movimientos rápidos, sus carantoñas un tanto violentas, no lo sé, el caso es que los niños y yo no nos llevamos bien.
Y eso es un problema porque, ¿habéis oído ese dicho que dice que si no quieres sopa, pues toma dos tazas? Pues eso, los niños van en aumento. Será que mis muchachos están en edad de procrear y por aquí empiezan a rondar demasiados niños. El otro día vinieron los peques del jefe y, claro, eran seis manos intentando acariciar al minino. Ante tal placaje, me escondí detrás de un portátil, parapetado para evitar ser tocado. Pero nada, la curiosidad de los niños es inmensa –yo diría que más que la de los felinos- y venga a intentarme buscar las cosquillas. Yo aguanté estoicamente sin bufarles, sin sacar ni una sola uñita afilada, pero en cuanto pude, corrí para esconderme debajo del sofá, mi guarida secreta, donde nadie puede molestarme. ¡Y es que son los hijos del jefe! Que por mucha confianza que yo le tenga a Efrén, a ver quién es el guapo que le dice que no me gustan sus niños. Y entenderme, no es que no me gusten sus niños, es que no me gusta ninguno.
Luego, de vez en cuando, también viene otra de las peques Play, la rubia Abril –que no puede ser más diferente a mí en cuánto a pelaje se refiere. Afortunadamente, aún es pequeña y me respeta. Pero, esperaros a que crezca un poco porque con lo espabilada que está, en un tiempo me estará persiguiendo y tirando de la cola como sé que le hace al pobre y paciente Don Vito… Ya te lo pronostiqué, amigo.
Pero ya es que no sólo son los niños Play, que mira, habrá que aguantarlos y tolerarlos, es que además ahora ya me reclaman los niños de la calle. Sí, como oís. Resulta que eso de salir a la puerta a ver lo que se cuece en el exterior ha provocado que los vecinos de enfrente, un par de enanos de no más de 4 años, me hayan cogido cariño y me hayan adoptado como mascota. Total, que ahora de repente, se presentan de vez en cuando a ver al gatito. Y a mí no me queda más remedio que aguantar sus carantoñas.
Y encima para más inri últimamente me quieren embarazar a más de una por aquí. Muchachos, no seáis crueles conmigo y no me deis estos sustos, que uno empieza a ser mayor para estas noticias.
La cuestión se resume en lo siguiente: si muchas veces ya no entiendo a los adultos, ¿cómo voy a entender a esos clones de sus padres y de sus madres con unos palmos menos de estatura?
Y después de mucho pensar en alternativas para superar esta fobia: ¿Terapia de choque con decenas de niños? ¿Huir como un condenado siempre que vea a un pequeñajo? ¿Ser estúpido y sacarles las uñas? ¿Resoplarles?, he llegado a una conclusión: haré como los humanos, que para eso me los conozco bien, y actuaré con aplomo y diplomacia. Y cuando se vayan, entonces volveré a mi blog y me desahogaré con vosotros. Sé que me sabréis perdonar la confianza.
Además, pensándolo fríamente, algún día esos niños crecerán y entonces yo los podré tolerar. Será cuestión de tener paciencia. Aunque viendo a los adultos tal como están, no sé si prefiero los tocamientos constantes de los niños o la esquizofrenia extraña de los adultos. Así pues, un consejo, pequeñuelos: disfrutad de vuestro tiempo que siendo adultos lo vuestro no tiene arreglo…
Entrada dedicada a Carla, Om, Kai, Abril y los niños vecinos.
Próximamente, más cañeros ronroneos.
Palabra de Play.
PD: Ilustración by DVD... ¡Gracias por el dibujín! Se nota que conoce el tema.
Posted by Publicado por
Play
en
3:55
Categories:
3
comentarios