viernes, 15 de julio de 2011



Hay gatos a los que no les gusta que se les acerquen, que les toquen, que invadan su espacio vital. Igual que muchos humanos. Hay otros, sin embargo, que somos todo lo contrario: nos gusta que nos toquen –excepto los niños, de eso ya hablamos-, que nos soben, incluso, que nos acuchen cuanto más mejor. Es una sensación de éxtasis plena, de ronroneos sin tregua. Y, está claro, que yo soy de estos últimos.

La cuestión es dar con humanos que sean de tu misma condición para que así puedan satisfacer esta necesidad de acercarse y de estar piel a piel, mejor dicho, en este caso, de piel a pelaje. Aquí en Play hay un poco de todo, eso es lo bueno. Y los hay tipo “mejor no me toques”, los hay de “tócame pero solo un poquito”, los de un buen achuchón y los hay sobones como yo.

Y no sé qué pasa este verano pero estoy más mimoso de lo normal. Yo, de carácter natural, soy así, pero este año es demasiaó y quiero más compañía de lo normal. En general, al llegar este tiempo suelo evadirme en el sofá de la salita –así está él, lleno de pelos y hasta desteñido de mi negrura-, pero esta vez es diferente. No abandono las faldas amigas y es que tienen un no sé qué tan cómodo y tierno que es inevitable no invadir ese espacio vital y pasarme horas y horas ahí estirado. Sí, lo sé, esas faldas amigas tienen mucha paciencia porque han de aguantar un calor extra, pelos y pelos y un peso considerable, porque aunque en verano me pongo a régimen, uno pesa sus casi 6 kilitos. Así que imagínate lo que es aguantarme las jornadas de 8 horas con 6 kilos sobre las piernas. Por eso, desde aquí quiero agradecer la paciencia de esas faldas amigas. Ahora, que también hay que reconocer que ellas lo disfrutan. ¡Soy una gran compañía!

Yo, ahora como agradecimiento, me ha dado por lamerle a la chica de mis faldas preferida. Sí, lo sé, entre humanos no es normal lo de lamerse –al menos, no en público, ¿verdad?-, pero yo soy gato y puedo dar un lametón –o varios- como gesto de cariño. Pero ya no solo es eso, sino que en cuanto entra por la puerta me lanzo a mi muchacha, para amarrarme a sus espaldas y pasearme un rato subido en sus hombros. Sí, lo sé parece que tenga síndrome de loro, pero me encanta estar ahí. Es otra perspectiva diferente, bien alto, casi como los humanos. Desde ahí todo se ve diferente. Nuevamente agradecer a quién me aguanta, porque son 6 kilitos como he dicho que se apalancan en la espalda. Después de un rato de ronroneos, ya me lanzo y me voy a dar un paseo. Un paseo breve, eso sí, hasta que pueda tomar nueva posición en las faldas amigas.

En definitiva, así paso mis jornadas estivales, temiéndome que llegue el momento en que mis faldas preferidas se vayan de vacaciones. Pero, como decía antes, en Play hay de todo y estoy seguro que habrá otras faldas que me acogerán con cariño.

Y es que queréis que os diga: el contacto con tacto –sin molestar al otro- es lo mejor. A veces siento lástima por los humanos que os olvidáis que estáis hechos de piel y que tocar forma parte de lo normal. ¡Anda, sobaros todos un poquito más! Acercaros al otro, abrazarlo, darle cariño. Sentirlo. Descubriréis que con el contacto se derriban murallas de miedo y se abren puertas a la emoción y al conocimiento.

Consejo de Playete.

Próximamente, más y mejores ronroneos.

PD: En la foto, esa cosa negra de grandes ojos soy yo enfaldao cómodamente sobre una de mis muchachas. ¡Qué agustito que estoy!

Posted by Publicado por Play en 5:41
Categories:

2 comentarios:

Pelusillas y Trastadas dijo...

cómo no te conocia yo a ti minino misterioso, encantada, soy Mónica, amante de los gatos y defensora de los gatos negros de ojos amarillos, a los que nadie quiere, negros, negrisimos, son tan elegantes. Gracias por existir.

Play dijo...

Hola Mónica,
Un placer conocerte y que te hayas animado a dejarme un comentario en este humilde blog, como humilde es este gatito que escribe. Me alegro que te gustemos los gatos negros, porque yo soy negro, negro, eso sí, de ojazos verdes, pero supongo que te sirvo igual, ¿verdad? Nos seguimos los pasos y espero que sea el principio de una gran amistad bloggera. Dale un ronroneo afectuoso a Perico.

Play, el gato.

PD: Por cierto, vaya cosas bonitas que haces.