Esta agencia a veces no parece un lugar de trabajo, sino un sitio de paso y es que hay que ver que en una semana por aquí han entrado y salido más personas de lo que es normal. Es lo que tiene ser abiertos, sociables y además, tener obras. La agencia se llena de extraños que acaban siendo conocidos. Y si a eso, le sumas algún cliente o visita de proveedor, este gato pierde la cuenta de todo el que pasa por aquí.
Además, cuento con un hándicap, y es que aunque quiera estar atento a todo aquel que entra, como soy muy poco felino, me entra el miedo y en lugar de plantar cara y uñas, huyó hacia lugares secretos donde no pueda ser visto por humanos extraños.
El caso es que a pesar de mis temores y traumas –he sufrido la visita de ladrones en dos ocasiones-, desde faldas protectoras y mantas cobijadoras, he observado los especímenes humanos que nos han visitado. Y no os molestéis por llamaros especímenes, pero es que hay más de uno que ese nombre le viene que ni pintado.
Sin más dilación, aquí van tres de las especies de humanos que pueblan el mundo: el cojo, el sordo y el extranjero.
El cojo es una especie ciertamente en peligro de extinción. Son aquellos humanos anclados en el pasado, con ideas pleistocénicas y carácter imponente. Bajo su cojera, esconden a una especie de terrateniente o cacique. Pero son del tipo perro ladrador, poco mordedor. En el fondo, son menos fieros de lo que aparentan y en cuánto se encuentran en su medio, te acaban hablando del resto de especímenes de su familia. Apariencia férrea, interior más humano cuando se trata de su prole. Su mayor peligro: tropezar y caer por meterse en lugares que no le pertocan.
El sordo es otra tipología, ésta más habitual entre los humanos. Suelen ser cordiales y atentos, sin embargo, tienen cierta sordera y siempre dudas si realmente no escuchan o no quieren escuchar, según lo que le interese. Su mayor peligro: que acaben entendiendo la mitad de lo que les dices o que acaben diciendo lo que no deben.
Y, finalmente, el extranjero. Todo formalidad, todo cordialidad. Aunque este gato intuye que los que se escudan bajo una apariencia perfecta y una verborrea extensa –eso sí, con cierto acento-, esconden más de lo que aparentan. Su mayor peligro: que de tanto hablar de “sus maravillosas ideas” se acaben ahogando con el cuello de su propia camisa.
En cualquier caso, la conclusión que saco, un vez más, es que las apariencias a veces engañan, parecen una cosa y la procesión, que va por dentro, es otra. Sólo hay que ver a este gato. Cualquiera diría: gato negro, animal fiero y mala suerte, -y más si es martes 13, como ha sido esta semana-. Veis, os equivocaríais. Gato negro, animal manso y buena suerte. Lo dicho, las apariencias engañan. Id con cuidado que el mundo está repleto de cojos, sordos y extranjeros, aunque en esta agencia seguiremos teniendo las puertas abiertas, mal que le pese a este gato que se seguirá asustando.
viernes, 16 de enero de 2009
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Play
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5:45
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3 comentarios:
me ha encantaoooooo!!!ycr
Yo un poco sorda si que me estoy quedando...
Este gato es más listo que el Punset.
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