Hay semanas en que esto es una vorágine no sólo de trabajo, sino de emociones. Y esto ha ocurrido en los últimos días. Tanta vorágine de sensaciones que este gato ha sido incapaz de centrarse a escribir. Unos se han alegrado y otros se han emocionado. Otros han llorado mientras algunos se han cabreado e, incluso, hemos estado a punto de tener a la primera diseñadora tuerta de la historia –Marta, prometo que algún día te escribiré un cuento contigo de protagonista. Pero, lo mejor ha sido el regalo de un cliente que hemos recibido, como si de unos reyes magos con retraso se tratara.
Yo lo bautizaría como un acontecimiento fuera de lo común y que ha dado grandes momentos aquí en Play y es que cada día no recibimos un regalo y, menos cuando de ropa interior se trata, ya sea para princesas de hoy en día o para hombres “debandera”. El caso es que recibir un regalo así, supone en determinada manera desnudarse ante los demás. Tranquilitos, hablo metafóricamente, que por mucho cariño que les tenga a mis muchachos, verlos en paños menores no es que me haga especial ilusión. Digo lo de desnudarse, porque fue llegar la caja y algunos tirarse encima -especialmente mis chicas, para que vamos a engañarnos- a desvelar el contenido de la caja. Y ahí llegaron las conversaciones típicas de mercadillo: ¡Yo gasto una 95!, decía una. No, no, eso no puede ser. Una 95 la gasto yo, tú debes tener una 90, contestaba otra. Mira, guapa, no voy a saber yo lo que utilizo, le replicaba. No, no, es que yo tengo mucha espalda o es que si yo tengo el pecho así o asá. O que si yo uso braguitas de esta forma y tú de la otra… En fin, paparruchas, ¿Porqué tendré que haber escuchado yo todas esas cosas? No veis que yo soy un gato con la mente inocente y oír hablar de tetas, culos y demás, me provoca un efecto hipnótico y, luego, me paso la noche soñando con esas cosas, cual adolescente humano. Y yo no quiero eso, que soy gato y no humano.
El problema es que mis sueños paranoicos- eróticos-humanos me siguen persiguiendo y la culpa la tiene que esta maldita caja de regalos sigue aquí tal cual. Y mientras sigo sentado en las faldas de Silvia, la puedo ver perfectamente y volverme a acordar de aquellas conversaciones y de esos temas que un gato como yo no debería oír. ¡Por Dios, por Buda o por Alá, o por lo que queráis, pero por favor, repartir ya esta caja de visiones y terrores nocturnos! Un gato debe soñar con lindas o lindos gatitos o con sabrosas latitas y no con la ropa interior de los humanos. Y, ahí sigue estando, imponente ante mí, como una caja de pandora a punto de abrirse y salir bragas, calzones y sujetadores a perseguirme ¡NOOOOOOOOOO!
Muchachos, os aviso, si esta caja no se reparte en breve, todo su contenido me lo quedaré yo y lo revenderé al mejor postor.
Palabra de Playete.
Próximamente, más húmedos ronroneos.
jueves, 26 de febrero de 2009
Posted by Publicado por
Play
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9:10
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4 comentarios:
jaja muy bueno, creo que lo mejor que puedes hacer en estos casos es rasguñar la caja con alevosía, seguro que al final alguien dirá "repartamos las cosas de una vez porque si no el play va a romper la caja", y no digas que fue idea mía eh?
Bienvenida de nuevo al blog, Desiree!!! Espero que después de esta ausencia temporal vuelvas a leerme y a comentarme con tantas ganas como antes.
¡Qué luego dirás que paso de ti, pero claro, si tú no me lees a mi, me seguiré haciendo el remolón!
nunca he dejado de leerte, sólo que dejé de escribir, ya sabes, sin internet en casa...y con una mudanza de por medio...
menos mal que ya los hemos repartido Yo también tenía pesadillas eróticas... No me puedo quitar de la cabeza a Francesc con tanguita... ni al Álex con leotardos!! Diosssssssss...
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