Se acerca inexorablemente la época de las paparruchas. ¿Qué cual es esa época? Pues quienes me conozcáis un poquito, sabéis que esa época es la Navidad ¡Tiempo odiado por este felino! Pero antes de disertar sobre todo ello, cosa que este año no sé si haré pues no tengo argumentos nuevos para odiar la Navidad, os voy a poner al día sobre los últimos acontecimientos acaecidos a este felino. Dos en concreto que me han traumatizado por distintas razones.
Voy al grano: ¿Vosotros tenéis sueños? ¿Tenéis algún deseo oculto aún por satisfacer? Los gatos no es que tengamos muchos sueños, a diferencia de los humanos, porque vivimos el presente y no buscamos satisfacciones en el futuro. No nos colgamos del cielo a pensar en me gustaría aquello, querría ser lo otro... Sin embargo, el otro día se despertaron en mí los mayores deseos. ¡Mira que tengo pocos y para una cosa que sueño va y se queda en nada!
Y es que vosotros ya sabéis que no hay nada que me pirre más, a parte de la latita de la semana, que las tiras de pegamento de los sobres. En una escala del cero al diez, estas tiras me proporcionan una satisfacción del quince. ¡Con eso os lo digo todo! Pues hace unas semanas casi casi cumplo mi sueño: verme rodeado de cintas y cintas de excitante pegamento. Play –el lugar, no el gato- amaneció aquel día repleto de esas benditas cintas. Ensobrando unos y otros, aquello era mi paraíso en la tierra. Mis pupilas se dilataron, mi mentón se desencajó y empecé a salivar sin poder parar. ¡Ooohhh, aquello era el cielo! No importaba nada si había muerto. Pero cuando me disponía a hincarle el diente y chupetear el alucinógeno pegamento, ¡Zas! Uno de mis muchachos me encerró en la salita, lejos de mis cintas, de mi paraíso, de mi cielo particular. ¡No, no, no!, musitaba para mis adentros. Yo que ya me imaginaba bajo una lluvia de cintas. Así que mi sueño se fue al traste… Y ahora me pasa lo típico que os ocurre a todos los humanos: que cuando estáis a punto de alcanzar un sueño, ¿cómo pretender renunciar a él? Pues ahora cargaré con mi deseo insatisfecho, cual humano, hasta al menos contentarme con alguna cinta que caiga en mis patas para aliviar mis ansias.
Pero la vida no está únicamente hecha de sueños. Además de la pesadilla de la Navidad, he aquí algo también de ensueño angustioso que me ocurrió hace pocos días. Vale que desde verano he engordado. Vale que tenga unos kilitos de más y que las carnes, ya no prietas, me cuelguen, pero de eso a sugerir que si estoy EMBARAZADO. ¡Válgame Dios! ¡Paparruchas, paparruchas, paparruchas! Ese técnico que visitó Play o estaba ciego o no tiene ni idea de gatos. ¡Mira que transformarme en hembra y encima decir que estoy en estado de buena esperanza! ¡Vale,que estoy gordito! ¡Acepto que soy un poco relamido en mis formas! ¡Puede –como es cierto- que esté castrado! Pero, ojo, que sigo conservando mi cola y no me refiero a la de atrás. ¡Se la tendría que haber enseñado! Así que soy macho, macho. Esto es como si a una mujer rellenita, le ceden el asiento en el metro pensando que está embarazada. ¿No os ofuscaríais? Pues yo lo mismo y encima con cambio de sexo incluido.
Ya dicen que son tiempos extraños. También para los gatos. Pero me da igual lo que piensen los demás. Yo sé quién soy y cuál es mi sueño. Y ahora que lo tengo claro y lo reafirmo, ¿qué importa lo que haya que esperar? Soy Play, el gato, macho, de carnes mórbidas – blandas, suaves, esta palabra se la dedico a Teo-, muso inspirador y filósofo escritor.
Vosotros, ya me conocéis y ahora os pregunto: ¿Quiénes sois vosotros? ¿Cuál son vuestros sueños? ¿Cuáles vuestras pesadillas?
Próximamente, más y mejores paparruchas.
Ilustración: DVD.¡Gracias!
Voy al grano: ¿Vosotros tenéis sueños? ¿Tenéis algún deseo oculto aún por satisfacer? Los gatos no es que tengamos muchos sueños, a diferencia de los humanos, porque vivimos el presente y no buscamos satisfacciones en el futuro. No nos colgamos del cielo a pensar en me gustaría aquello, querría ser lo otro... Sin embargo, el otro día se despertaron en mí los mayores deseos. ¡Mira que tengo pocos y para una cosa que sueño va y se queda en nada!
Y es que vosotros ya sabéis que no hay nada que me pirre más, a parte de la latita de la semana, que las tiras de pegamento de los sobres. En una escala del cero al diez, estas tiras me proporcionan una satisfacción del quince. ¡Con eso os lo digo todo! Pues hace unas semanas casi casi cumplo mi sueño: verme rodeado de cintas y cintas de excitante pegamento. Play –el lugar, no el gato- amaneció aquel día repleto de esas benditas cintas. Ensobrando unos y otros, aquello era mi paraíso en la tierra. Mis pupilas se dilataron, mi mentón se desencajó y empecé a salivar sin poder parar. ¡Ooohhh, aquello era el cielo! No importaba nada si había muerto. Pero cuando me disponía a hincarle el diente y chupetear el alucinógeno pegamento, ¡Zas! Uno de mis muchachos me encerró en la salita, lejos de mis cintas, de mi paraíso, de mi cielo particular. ¡No, no, no!, musitaba para mis adentros. Yo que ya me imaginaba bajo una lluvia de cintas. Así que mi sueño se fue al traste… Y ahora me pasa lo típico que os ocurre a todos los humanos: que cuando estáis a punto de alcanzar un sueño, ¿cómo pretender renunciar a él? Pues ahora cargaré con mi deseo insatisfecho, cual humano, hasta al menos contentarme con alguna cinta que caiga en mis patas para aliviar mis ansias.
Pero la vida no está únicamente hecha de sueños. Además de la pesadilla de la Navidad, he aquí algo también de ensueño angustioso que me ocurrió hace pocos días. Vale que desde verano he engordado. Vale que tenga unos kilitos de más y que las carnes, ya no prietas, me cuelguen, pero de eso a sugerir que si estoy EMBARAZADO. ¡Válgame Dios! ¡Paparruchas, paparruchas, paparruchas! Ese técnico que visitó Play o estaba ciego o no tiene ni idea de gatos. ¡Mira que transformarme en hembra y encima decir que estoy en estado de buena esperanza! ¡Vale,que estoy gordito! ¡Acepto que soy un poco relamido en mis formas! ¡Puede –como es cierto- que esté castrado! Pero, ojo, que sigo conservando mi cola y no me refiero a la de atrás. ¡Se la tendría que haber enseñado! Así que soy macho, macho. Esto es como si a una mujer rellenita, le ceden el asiento en el metro pensando que está embarazada. ¿No os ofuscaríais? Pues yo lo mismo y encima con cambio de sexo incluido.
Ya dicen que son tiempos extraños. También para los gatos. Pero me da igual lo que piensen los demás. Yo sé quién soy y cuál es mi sueño. Y ahora que lo tengo claro y lo reafirmo, ¿qué importa lo que haya que esperar? Soy Play, el gato, macho, de carnes mórbidas – blandas, suaves, esta palabra se la dedico a Teo-, muso inspirador y filósofo escritor.
Vosotros, ya me conocéis y ahora os pregunto: ¿Quiénes sois vosotros? ¿Cuál son vuestros sueños? ¿Cuáles vuestras pesadillas?
Próximamente, más y mejores paparruchas.
Ilustración: DVD.¡Gracias!
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