Últimamente, estoy algo más huraño y solitario que de costumbre y creo que la culpa la tiene la inminente Navidad. Sí, está ahí, a la vuelta de la esquina, amenazante con su grito de guerra: CONSUME, CONSUME, SÉ FELIZ QUE ES NAVIDAD, SÉ SOLIDARIO QUE ES TIEMPO DE PAZ, en fin, toda esa retahíla de buenos y maravillosos deseos. A mi como podéis suponer, la Navidad no me gusta especialmente, pero sobretodo y de manera casi humana, odio las semanas y días antes, es decir, las preparaciones de la Navidad. Y de eso, hemos empezado a tener esta semana en Play. Reuniones para ver como podemos sorprender a nuestros clientes en estas fechas. Yo, la verdad, es que mientras no me monten el sarao del año pasado con los arbolitos, las cintas y las tarjetitas, me doy por satisfecho… ¡Vamos que me dejaron una salita que aquello no era lugar para vivir un gato! Chavales, que soy gato y no cerdo, así que a ver si somos más limpios, ordenados y pulidos. Bueno, y que contar del día que hicieron la cena de empresa… demasiada gente y ni siquiera me pidieron permiso para molestarme en mis terrenos. Lo mínimo hubiera sido consultar que me parecía que invadieran mi espacio vital. Claro, que de eso de invadir espacios vitales tampoco puedo hablar mucho, pues yo soy el primero que me subo a las faldas de las chicas y que me paseo entre las mesas... pero, eso es otro tema.
El caso es que a mi nunca me han consultado nada, ni siquiera si me gusta que me utilicen como motivo navideño. Es más, nunca me han preguntado si quiero formar parte de la imagen de Play Creatividad. Ellos son así. Cuando las musas no llegan y la inspiración escasea, me toman de prestado para convertirme en protagonista de todo. Para demostrarlo, voy a hacer una lista de los lugares donde aparezco: primero, en los vinilos de la oficina; segundo, en la entrada de la puerta del baño; tercero, en la fuente del agua –bueno, vale, ahí sólo mis ojos-, que más, que más… En los sobres, amarrado a un árbol, al cual según parece amo porque de mi salen corazoncitos... Pero yo no recuerdo haber estado enamorado de una planta. ¡Ah, claro, qué se trata de una metáfora! Represento el reciclaje y amor por la naturaleza… ¿Veis? y otra vez, que nadie me ha preguntado mi opinión sobre aparecer así en público. Pensad que uno tiene su orgullo. Luego, también estoy dibujado en los paquetes que enviamos y, por último, soy protagonista en lo más de lo más, la web. Ahí aparezco como investigador privado con una super lupa y también me adormezco junto a una tele mientras cambio de paisaje –locuras visuales de mi amigo Francesc.
En fin, he llegado a la conclusión que creo que a partir de ahora voy a reclamar derechos de imagen y ya puestos, de propiedad intelectual . ¿Porqué qué es esto de usarme constantemente? Pase que sea la mascota desestresante de todos, pero de ahí a lo demás hay un trecho. Aunque total no sé si servirá de algo. Os apuesto lo que queráis a que estas navidades volveré a ser usado como motivo de la felicitación navideña. ¡Paparruchas!
Ciertamente, ¿veis cómo estoy algo huraño? Esto es el efecto prenavidad. Pues esperad a que lleguen esos días. La bestia que llevo dentro despertará.
Ah, por cierto, no me puedo despedir sin dar la bienvenida a la nueva componente del equipo Play. Merche, espero que nos llevemos bien y que cuando haya un poco más de confianza me dejes saltar a tu falda.
Próximamente, más y mejores ronroneos.
viernes, 28 de noviembre de 2008
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viernes, 21 de noviembre de 2008
Los gatos no solemos practicar dos cosas de las que adolecéis los humanos: la diplomacia y la cortesía. Y todo esto lo digo porque esta semana hemos tenido una visita en la agencia y hemos caído en ambas cosas, incluso yo y de cuatro patas. En los negocios es obvio que debe existir una cierta diplomacia y un cierto interés en quedar bien. Tiene toda su lógica, pero no deja de ser divertido como se prepara uno para darse a conocer. Yo, desde mi visión gatuna, os puedo asegurar que no tiene desperdicio.
Cuando los humanos preparáis una reunión, una primera visita con alguien desconocido, realizáis todo un increíble despliegue de medios. La primera imagen es importante y se ha de estar bien preparado. Así que es un gran momento para poner orden en la oficina y arreglar todo aquello que lleva semanas y semanas a medio gas, dígase pegar los troncos de la salita, aunque sea a base de blu-tack, pasar la aspiradora, esconder el millar de cajas de cartón o eliminar y reciclar – sí, sí, tomad nota que reciclar es importante- las revistas y periódicos de hace años.
Luego está la segunda fase, elegir como os mostráis a través de vuestro trabajo. Escoger los mejores proyectos, colocando este expositor aquí, que queda muy disimulado, o estos carteles allí en la pared, rezando para que no se caigan durante la reunión, porque sí, efectivamente, también están pegados con blu-tack. Sólo os queda un pequeño detalle, comprar un tentempié o un piscolabis, algo para beber y comer, ligero, sabroso, pero no engorroso.
Y ya estáis dispuestos y preparados para mostrar a Play. No a mí, claro está, sino a Play Creatividad. Y llegan las visitas, las presentaciones y las adulaciones. Incluso, yo esta vez me he comportado diplomáticamente. No he paseado por la sala, ni me he subido a la mesa durante la reunión. Me he quedado agazapado debajo de mi manta naranja porque hay veces que la formalidad debe imponerse a la espontaneidad o, al menos, eso dicen.
Sin embargo, aunque no entré en la reunión, porque eso sólo lo hago con los clientes con los que tengo mucha confianza, me acerqué a la sala y endosé mi oreja derecha a la puerta cerrada. Y lo que yo imaginaba se cumplió: por mucha diplomacia, cortesía y querer quedar bien, al final, mis chicos se mostraron tal como son, naturales y próximos. Porque lo que la gente valora es la cercanía y no tanto la letanía de que buenos que somos y que bien lo hacemos todo. Porque lo que al final cuenta es mostrarse tal como eres y, enseñar lo que llevas dentro. De diplomacias, las justas y, de querer quedar bien, lo necesario. Por eso, os dejo este escrito y me vuelvo a mis siestas, porque hay que mostrarse como uno es, aunque sea bajo una manta y le llamen ETE, en lugar de Playete. Sí, soy un gato y un gato perezoso, para que intentar disimularlo.
Próximamente, más y mejores ronroneos.
Play, el gato.
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viernes, 14 de noviembre de 2008
Apreciados lectores y blogueros,
Ayer por la tarde me hice un poco más humano. Entendí una cosa que los humanos soléis buscar en todo lo que tenéis, pero que nunca había comprendido el porqué: la seguridad. Estos días entre las mesas y las pantallas de ordenadores, he ojeado información sobre seguros para los humanos. Cosas del trabajo de mis compañeros. Seguros de salud, seguros de vida, seguro por accidente, seguros para coches, seguros para casa, incluso, seguros para animales domésticos. Por mucho que me he paseado por entre esos folletos, no lograba entender nada. ¿Por qué ese ansía por asegurarlo todo? ¿Es normal querer mantenerlo todo bajo control? He llegado a la conclusión que entre los humanos es algo natural, casi, casi instintivo. Pero no entendía el porqué. ¿Seguros de salud y seguros de vida? ¿Cuál es la diferencia? Porque lo que está claro es que si tienes salud, tienes vida. No hay más vuelta de hoja. Pensé que tal vez existen esos seguros porque, al fin y al cabo, vosotros, los humanos no tenéis siete vidas como los gatos –excepto, que creáis en la reencarnación, pero eso ya es otro tema. Pero entonces, ¿para que existen los seguros por defunción? –yuyu, el tema muerte me da mala espina-, donde, por lo visto, tus familiares más cercanos cobran dinero porque tú te mueras. Aquí ya sí que me pierdo. Se sustituye a la persona y todo lo que significa por dinero… Y, finalmente, la gama de seguros que protegen aquello que supuestamente es tuyo, tus posesiones. Pero, fijaros, que yo como gato no era capaz de entender porque queríais protegerlo todo hasta ayer.
Ayer por la tarde estaba escribiendo el texto para esta entrada. Todo parecía salir bien. Estaba inspirado y en racha. Tecleaba rápido, tan rápido como me lo pueden permitir mis pezuñas, para que las palabras no se me escaparan. Casi, casi había finalizado la entrada, cuando, pataplás, algo pasa en el ordenador. La pantalla me advierte de un virus y, de repente, aquello deja de funcionar. Intenté golpear con mi pata el teclado y el ratón y arañar la pantalla. De nada me sirvió. Todo lo que había escrito se perdió, el ordenador empezó a fallar sistemáticamente y nada se pudo hacer por recuperar la entrada. Maullé de indignación como hacía tiempo que no maullaba. Ese fue el punto de inflexión.
Si hubiera tenido un sistema antivirus – así se llama, ¿verdad?-, un sistema de seguridad, esto no me hubiera pasado. Desde ese momento, entendí que los humanos buscáis la seguridad para no perder aquello que más apreciáis. Buscáis la seguridad para calmar vuestras dudas y miedos. Buscáis la seguridad porque queréis evitar el dolor de la pérdida. Sin duda, ayer este gato se hizo un poco más humano. Y encima le tocó volver a escribir esta entrada.
Próximamente, más y mejores ronroneos.
Play, el gato
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jueves, 6 de noviembre de 2008
Esta semana parece que el monotema son las elecciones: las norteamericanas y, algo así como las internas, porque estamos en pleno proceso para elegir una persona que se incorpore al equipo Play.
Sobre las elecciones de los Estados Unidos no tengo mucho que decir, porque ni entiendo de política, ni sé si quiero entender. Sólo sé que el nuevo presidente, Barack Obama, y yo tenemos una única cosa en común: nuestro color de piel/pelaje. Somos negros. Y, por lo visto, esta elección de Obama ha causado un gran revuelo porque, por primera vez, una persona de color o una persona negra –porque no vamos a hablar con tantos remilgos cuando no ofendemos a nadie- ha accedido a un cargo de tanto poder. Dicen que es un tipo que tiene carisma y da esperanza. Que tiene un no sé qué que le hace diferente.
Y ese no sé qué, seguramente, será lo que estamos buscando en la nueva persona que se incorpore a Play. Y es que, curiosamente, en esta agencia, volvemos a ir a contracorriente: que los gatos negros traen mala suerte, pues me convierten en su mascota. Que dicen que no se puede hacer diseño comprometido y publicidad con valores, pues en Play vamos a intentarlo. Ahora dicen que hay crisis y que el paro va en aumento, pues nosotros para desmentirlo, buscamos una persona nueva para formar parte del equipo Play.
La cuestión parece ser que va del color de piel/pelaje y de ir a contracorriente. El tal Barack Obama ha prometido ocuparse de ciertos temas que hasta ahora parecían intocables, imposibles o impensables y solucionarlos: la salida de Irak, el cambio climático y la ayuda a las clases más desfavorecidas. Eso es ir a contracorriente. Y en Play, a nuestra manera, en nuestro entorno reducido, también queremos ir a contracorriente, porque queremos plantar cara a la cosas con una sonrisa. Demostrar que el diseño y, en general, todo lo que hacemos puede enfocarse desde una perspectiva más cercana y positiva. O al menos, eso dicen estos locos creativos.
Ir a contracorriente a veces no es fácil, pero, desde luego, de quedarse quieto y no arriesgarse, nunca se ha ganado nada. Por eso, los cambios son buenos, no sólo para un país, una nación, una agencia; incluso, también para los gatos. Esto me hace pensar que, tal vez, debería plantearme algún cambio vital o cambio laboral. Creo que pondré un anuncio donde ofrezca: “Gato negro que trae buena suerte- pedir referencias de eficacia a Play Creatividad-, sin demasiada experiencia, busca trabajo como escritor”. ¿Creéis que alguien me haría caso? A veces la cuestión es ir a contracorriente o, simplemente, ir siguiendo lo que te dicte tu inconsciente.
Próximamente, más y mejores ronroneos.
Play, el gato
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