viernes, 3 de diciembre de 2010


Se acerca inexorablemente la época de las paparruchas. ¿Qué cual es esa época? Pues quienes me conozcáis un poquito, sabéis que esa época es la Navidad ¡Tiempo odiado por este felino! Pero antes de disertar sobre todo ello, cosa que este año no sé si haré pues no tengo argumentos nuevos para odiar la Navidad, os voy a poner al día sobre los últimos acontecimientos acaecidos a este felino. Dos en concreto que me han traumatizado por distintas razones.

Voy al grano: ¿Vosotros tenéis sueños? ¿Tenéis algún deseo oculto aún por satisfacer? Los gatos no es que tengamos muchos sueños, a diferencia de los humanos, porque vivimos el presente y no buscamos satisfacciones en el futuro. No nos colgamos del cielo a pensar en me gustaría aquello, querría ser lo otro... Sin embargo, el otro día se despertaron en mí los mayores deseos. ¡Mira que tengo pocos y para una cosa que sueño va y se queda en nada!

Y es que vosotros ya sabéis que no hay nada que me pirre más, a parte de la latita de la semana, que las tiras de pegamento de los sobres. En una escala del cero al diez, estas tiras me proporcionan una satisfacción del quince. ¡Con eso os lo digo todo! Pues hace unas semanas casi casi cumplo mi sueño: verme rodeado de cintas y cintas de excitante pegamento. Play –el lugar, no el gato- amaneció aquel día repleto de esas benditas cintas. Ensobrando unos y otros, aquello era mi paraíso en la tierra. Mis pupilas se dilataron, mi mentón se desencajó y empecé a salivar sin poder parar. ¡Ooohhh, aquello era el cielo! No importaba nada si había muerto. Pero cuando me disponía a hincarle el diente y chupetear el alucinógeno pegamento, ¡Zas! Uno de mis muchachos me encerró en la salita, lejos de mis cintas, de mi paraíso, de mi cielo particular. ¡No, no, no!, musitaba para mis adentros. Yo que ya me imaginaba bajo una lluvia de cintas. Así que mi sueño se fue al traste… Y ahora me pasa lo típico que os ocurre a todos los humanos: que cuando estáis a punto de alcanzar un sueño, ¿cómo pretender renunciar a él? Pues ahora cargaré con mi deseo insatisfecho, cual humano, hasta al menos contentarme con alguna cinta que caiga en mis patas para aliviar mis ansias.

Pero la vida no está únicamente hecha de sueños. Además de la pesadilla de la Navidad, he aquí algo también de ensueño angustioso que me ocurrió hace pocos días. Vale que desde verano he engordado. Vale que tenga unos kilitos de más y que las carnes, ya no prietas, me cuelguen, pero de eso a sugerir que si estoy EMBARAZADO. ¡Válgame Dios! ¡Paparruchas, paparruchas, paparruchas! Ese técnico que visitó Play o estaba ciego o no tiene ni idea de gatos. ¡Mira que transformarme en hembra y encima decir que estoy en estado de buena esperanza! ¡Vale,que estoy gordito! ¡Acepto que soy un poco relamido en mis formas! ¡Puede –como es cierto- que esté castrado! Pero, ojo, que sigo conservando mi cola y no me refiero a la de atrás. ¡Se la tendría que haber enseñado! Así que soy macho, macho. Esto es como si a una mujer rellenita, le ceden el asiento en el metro pensando que está embarazada. ¿No os ofuscaríais? Pues yo lo mismo y encima con cambio de sexo incluido.

Ya dicen que son tiempos extraños. También para los gatos. Pero me da igual lo que piensen los demás. Yo sé quién soy y cuál es mi sueño. Y ahora que lo tengo claro y lo reafirmo, ¿qué importa lo que haya que esperar? Soy Play, el gato, macho, de carnes mórbidas – blandas, suaves, esta palabra se la dedico a Teo-, muso inspirador y filósofo escritor.

Vosotros, ya me conocéis y ahora os pregunto: ¿Quiénes sois vosotros? ¿Cuál son vuestros sueños? ¿Cuáles vuestras pesadillas?

Próximamente, más y mejores paparruchas.

Ilustración: DVD.¡Gracias!

Posted by Publicado por Play en 2:43
Categories:

0 comentarios

jueves, 14 de octubre de 2010



Desde hace tiempos inmemoriales a los felinos nos han explicado historias de otros seres de cuatro patas. Seres feroces, devoradores de mininos sin contemplación ninguna, algo así como el ogro que viene a por los humanos cuando se portan mal. Esas historias, que nos las hemos explicado nosotros mismos, nuestros compañeros de raza, nuestros antepasados e incluso los humanos en un intento de protección exagerado, se han ido filtrando en lo más profundo no solo de nuestra alma, sino también diría de nuestro ADN, grabado en nuestros 38 cromosomas. Así pues, yo nací y crecí con ese miedo hacia los cánidos sin ni siquiera haber visto uno. En mi mente, lo imaginaba como un ser depravado, algo enorme que comía gatos por devoción, que nos hincaba el diente por puro placer como si fuera un vulgar vampiro de felinos. Algunos de mis muchachos me advertían: Playete, cuídate al asomarte a la calle que se te puede lanzar uno de esos seres abominables. Lo más curioso es que casi nunca pronunciaban su nombre como si solo por pronunciarlo el poder del cánido fuera a llegar a donde estuviéramos. O al menos eso creía yo.

A base de especulaciones y en mis numerosos sesteos, me iba dando cuenta que los “innombrables” se estaban convirtiendo en una obsesión que martilleaba mi pensamiento y lo que era peor no me dejaba vivir en paz y con tranquilidad. Ni zen, ni relax ni meditación que valga.

La obsesión fue tal que en cuanto oía un ruido que era un sucedáneo de un ladrido huía de las faldas sobre las que estuviera. Cuando por la noche, el perro de la vecina aullaba, los pelos y la cola se me erizaban. Y si intentaba asomar la cabeza por la entrada de la agencia, lo hacia con sigilo no fuera a haber por allí un cánido esperando. Total, que dejé de disfrutar y solo sufría ante la idea del cánido.

Y así me he pasado toda la vida, con la angustia pegada a mi cuerpo. Bueno, eso es lo que ocurría hasta hace tres días. Ese día un pequeño hecho que podía pasar desapercibido cambio mi vida. Fue el día que me hizo replantearlo todo. Ese día, como suele ser habitual, por la mañana a Play habían ido llegando mis muchachos. Me había paseado por alguna falda, había incordiado en alguna mesa hasta que me habían echado y cansado de que nadie me prestara atención empecé a dar vueltas por la oficina sin ton ni son. Y entonces sucedió. Estaba a unos metros de la puerta abierta cuando algo entró en dirección a mí. Yo me quedé con los ojos como platos, las pupilas dilatadas y preguntándome que era aquello. Y así me quedé, quieto, tranquilo, defendiendo mi territorio de posibles enemigos desconocidos. Mis muchachos se levantaron de la silla, pude notar sus miradas hacia la escena y oí sus suplicas: ¡Cuidado Play! Yo no entendía que interés podía tener aquello, ni mucho menos aquellas palabras. Aquello que había delante de mi estaba tranquilo, solo olisqueaba el aire y me miraba de hito a hito. Entonces la tensión del momento se rompió y éste desapareció.

En ese momento, me giré sorprendido y miré a todos mis muchachos que estaban expectantes. Rompieron a aplaudir y a felicitarme: ¡Muy bien, Playete! ¡Qué valiente! ¡Ni se le ha erizado el rabo! ¡Has defendido muy bien tus territorios! Y yo pensaba: ¿Pero qué les pasa a estos? ¿Se les ha ido totalmente la cabeza? Y entonces lo entendí. Seguro que ni has reconocido que eso que ha entrado por la puerta era un perro, ¿verdad Playete?, me dijo una de mis muchachas. ¿Perro? ¿Eso era un cánido? ¿Eso que he tenido delante era la peor de mis pesadillas?, dije maullando.

Y aquello me hizo cuestionármelo todo. Temiendo siempre a algo que ni siquiera sabía lo que era y que ahora que los sé, ni siquiera me ha erizado la piel –mejor dicho el pelaje.

En fin, como siempre suele suceder es más lo que la mente provoca que luego la palpable realidad. ¡Gatos y humanos, no dejéis que el cánido os asuste ni os dejéis asustar por vosotros mismos! ¿O tal vez esto último sea una redundancia?

Próximamente, o en un par o tres de semanas, más y mejores ronroneos.
Palabra de Playete

Posted by Publicado por Play en 10:00
Categories:

0 comentarios

viernes, 10 de septiembre de 2010



En estos aún calurosos días del final de verano en que inauguramos mes de septiembre, curso o año, mis pelos caen menos y voy recuperando apetito y peso, me fui a visitar a mi amiga Muffin. ¿Qué no os he hablado nunca de ella? ¡Pues hoy es un buen día para hacerlo! Es una gatita que vive cerca de aquí, de la oficina-casa que habito, y con la cual comparto tardes de pienso y agua y sobre todo largos maullidos sobre el mundo y los humanos.

Muffin es una gata joven aún, pequeñita en sus formas y tímida en su actitud, de verdes ojos y piel atigrada. Vamos una pocholada de felina. ¡Pero no penséis mal! Ambos estamos debidamente esterilizados y lo nuestro es simple y grandemente amistad.

Con ella comparto breves ratos en los que suele ser habitual hablar de nuestros amos respectivos. Claro que como yo tengo muchos –mis muchachos de la agencia- a veces puedo resultar un poco pesado y acaparar la conversación. Pero ella me disculpa.

Ir a ver a Muffin es una salida a la monotonía del día a día, una monotonía muy cómoda, pero a veces tremendamente insulsa. Y justamente estaba pensando sobre esto en una de las visitas a casa de Muffin, cuando ella y yo pudimos observar cuan extraños a veces nos seguís pareciendo los humanos. Que Muffin aún se sorprenda, lo puedo entender: es una gata bisoña, pero ¿yo? Yo ya soy un gato maduro, sabio y filosofo, pero aún así, los humanos jamás dejáis de sorprenderme –para bien o para mal, esa es la cuestión.

Allí estaban dos humanos jóvenes hablando de sus vacaciones y de su vuelta a la realidad, cuando se sucedió una conversación que hablaba de ganas de cambiar de vida, que hablaba sobre deseos de empezar de nuevo, que trataba sobre sueños y anhelos –¡Aiss, qué típicos son esos comentarios entre los humanos a la vuelta de vacaciones! Ambos compartían esos sentimientos, pero al mismo tiempo ellos mismos se ponían trabas: el trabajo, la seguridad –ja, me rio yo de eso de la seguridad-, la familia, las amistades y así podía surgir una larga lista de excusas, en el fondo, de miedos ocultos. Muffin y yo nos miramos y casi no hizo falta que maulláramos porque ambos nos entendimos y pensamos: ¡No puede ser! Ellos, los humanos, que tienen libertad para escoger, para moverse como les plazca y hacer lo que quieran para salir de la tediosa monotonía, no lo hacen y, nosotros, los felinos, a los que por tradición se nos presupone animales de carácter libre, cuando la ejercemos no nos sentimos plenos, pues la mayoría de las veces preferimos el calor del hogar, las faldas de la amita y la compañía de los humanos. ¿No os parece bien curioso? Los humanos, que la tenéis, no la disfrutáis y los gatos que la ejercemos, no nos logra satisfacer.

Por cierto, hablando de curiosidades, durante este pasado mes de agosto este blog cumplió dos años. No lo celebré porque soy terrible para acordarme de fechas, nacimientos, onomásticas y demás. Pero sí, ahora hace dos años que mis muchachos me picaron y me dijeron: ¿A que no te atreves a contar tus historias, Playete? ¿Atreverme yo? ¡Pues claro! Así que llevo dos años y 50 entradas. Vale, no son muchas, pero ¿qué podéis esperar de un animal por instinto perezoso? En cualquier caso, estoy contento y como si fuera un regalo, totalmente inesperado, el humano que cuida de Muffin nos ha escogido entre los 5 blogs más recomendables de la blogosfera. ¡Ahí es nada! ¡Y eso con sólo 50 entradas!

Y volviendo a la libertad de la que hablábamos antes, ahora me la tomo para decirme a mí mismo: ¡Felicidades Playete! ¡Vivan los gatos filósofos y escritores, es decir, viva yo mismo!

Muffin, dale las gracias a tu amo y a los dos os dedico esta entrada, al igual que a todos aquellos que perdéis unos minutos en leer lo que este gato vive, piensa y escribe.

También agradecer a Marta y a David sus ilustraciones para este blog -como la de hoy mismo de mi muchacho- porque estas historias de un gato no serían lo mismo sin sus magníficos dibujos y retratos del protagonista.

¡Gracias!

Próximamente, más y mejores ronroneos.
Palabra de Playete.

Posted by Publicado por Play en 5:05
Categories:

3 comentarios

jueves, 19 de agosto de 2010


¡Odio el verano! Sí, lo sé, ahora mismo todos os estaréis acordando de mis progenitores y no precisamente bien. Estaréis pensando que me he vuelto loco o que simplemente he acabado de perder la poca cordura que tenía. Sí, lo sé, pero no me importa y lo vuelvo a repetir: ODIO EL VERANO.

Para los humanos, el verano es símbolo de vacaciones, desconexión, viajes, sol, disfrute, tiempo libre. Para los gatos, el verano se resume en: menos hambre, calor insoportable, más aplacamiento y, sobre todo, más bolas de pelo. ¡Asco de bolas! ¡Las odio también a ellas!

Vamos que si por mí fuera, ni verano, ni vacaciones, ni nada. Ahora sí, ahora ya me he ganado vuestro odio más profundo. Ya os imagino diciendo: ¡Playete, qué dices!, ¡Playete, cállate la boca! ¡Qué aún nos quitarán las vacaciones a los humildes trabajadores! Pero yo soy así, sincero. Sin embargo, dejadme que me explique.

Sé que las ventajas veraniegas para vosotros son múltiples. El sol os pone morenitos y estáis más guapos, más relucientes. Yo, por el contrario, es llegar el verano y me adelgazo. Sí, seguro que más de una se estará preguntando que cual es mi dieta. ¿Sabéis cual es? ¡Las puñeteras bolas de pelo! Sí queréis adelgazar probar a comeros kilos de pelo negro y largo. Ya veréis lo que pasa… Seguro que así estaréis hechas un pincel. Así que yo en lugar de ponerme morenito –que eso ya lo soy de por vida, sin necesidad de tostarme ante el astro mayor- , me da por quedarme escuálido. ¡Qué penita que doy! ¡Odio el verano!

También sé que los humanos con el veranito os ponéis de mejor humor y os socializáis más, por eso del calor, la terracita y la cervecita bien fresquita. A mí, sólo me da por estar más huraño y solitario. ¡Con este calor ni yo aguanto estar en las faldas de nadie, ni siquiera de mis muchachas!

A los humanos en verano os da por salir, por viajar. A mí me obligan a quedarme aquí. Bueno, en realidad, no tengo más remedio, mi problema de ansiedad a los cambios de domicilio y lugar me impide moverme. Así que yo viajo a través de la imaginación y a través de lo que me cuentan mis muchachos. Y ahí, ahí, al hablar de mis muchachos, es cuando grito a pulmón entero: ¡¡¡ODIO EL VERANO!!!

Sí, porque mis muchachos no son menos y con el verano hacen lo típico y tópico de los humanos. Con el calor se ponen más fresquitos y con menos ropa. Consecuencia: a veces me siento en las faldas y les clavo las patitas y las uñas con esas telas tan finas que me llevan mis chicas. Y, por supuesto, me acaban echando. También con el calor disminuyen las carantoñas al gato porque en lugar de mimos yo les dejo pelos de gato por todas partes. ¡Casi ni se me quieren acercar!

Y lo que es peor, con el verano llegan las vacaciones y, claro, no las perdonan, ni siquiera para apiadarse de este humilde gatito negro. Así que unos entran y otros se van, y esto es un mareo. No me aclaro y voy dando tumbos en busca de mi falda preferida o de aquel que me voltea en el aire, pero ninguno de ellos está. Y paseo triste, muy triste… Realmente, me descolocan sus ausencias y para que os voy a engañar, los echo profundamente de menos. Es verdad que los he criticado mucho, les he metido mucha caña, pero son mis muchachos y me encanta tenerlos cerca para sermonearlos, para restregarme en ellos, pero sobre todo, para sentirme apreciado.

Lo único que me alivia es que después de las vacaciones vuelven de mejor humor y con más ganas que nunca de darme mimos. Y yo ronroneo de gusto.

¿Ahora entendéis porque odio el verano? ¡Afortunadamente ahora ya estamos en fase decreciente del verano y solo me queda disfrutar de los mimos extras de los que van llegando!

¡¡¡¡RRRRR RRRR RRRRR RRRRRR!!!!

Posted by Publicado por Play en 8:04
Categories:

2 comentarios

viernes, 25 de junio de 2010


Queridos seguidores felinos y blogueros humanos,

No os asustéis por el título de la entrada. No os voy a hablar de matemáticas, ni de ciencias exactas. Esto es un suma porque otro cachorro humano –en este caso, cachorra- ha llegado para formar parte de este mundo Play, de este planeta nuestro. Si, así es, Abril ha llegado en Junio y lo ha hecho con rapidez y sin mucho estrés para fortuna de sus papás, que también lo son un poco míos, Desiree y David. Entonces, estoy pensando que por esta regla de tres: si Desiree y David son un poco mis padres, ¿Abril será un poco mi hermana? Ah, no, que hemos dicho que hoy no haríamos cálculos matemáticos.

Como bien sabéis, a mí los pequeñajos humanos no me gustan demasiado. Son muy movidos y me estresan. Son demasiado curiosos y me incordian. En definitiva son demasiado en todos los sentidos…

Pero claro, cuando los cachorritos humanos te son cercanos, pues mi corazón se confunde y aunque me digo a mí mismo: Son el enemigo, son el enemigo que me roban el cariño, la proximidad y el roce con sus progenitores y con ellos mismos me hacen encariñarme. Eso sí, siempre mejor en la distancia.

¡Y qué le voy a hacer si fui de los primeros en enterarme de la buena noticia! Sí, Desiree y David, ese viernes que pasará a vuestra historia personal, yo rondaba por aquí y tuve la primicia de la noticia. Y a partir de entonces empecé a encariñarme por esa barriga, a la que a mi manera cuidaba, sentándome suavemente encima para darle mimos y calorcito –y que conste que no tengo complejo de gallina incubadora.

Yo he visto como esa barriga crecía y los mareos y malestares primeros se convertían en curiosidad e ilusión después. Yo he notado como Abril empujaba a la vida y daba patadas, a la par que David convertía los llantos de los niños en dulce sinfonía a sus oídos –o eso intentaba. Yo he oído miles de historias de partos, consejos varios –buenos y malos, ¿verdad, Desiree?- y discusiones sobre cochecitos “buga-buga”.

Yo he estado presente estos nueve meses y, por supuesto, aunque no quiera, quiero. Quiero a esa pequeñaja que viene a ampliar la familia, a descubrir todo un mundo y a enseñar a sus padres aquello que solamente un niño puede enseñar.

A pesar de las ojeras y el cansancio, los pañales acumulados y el desorden generalizado que se establece en vuestras vidas, espero que disfrutéis de Abril en Junio, Julio, Agosto y el resto del año. Y desde aquí envío un mensaje de ánimo para alguien que debe llevarlo peor que yo, el destronado Don vito: ¡Animo chaval que tú sigues siendo el puto amo! Y consolando a mi hermano felino me despido.

Pero como os he dicho esto es un suma y sigue y de aquí a nada otro bebé rondará por aquí… ¡Qué dios, buda o alá, me dé paciencia infinita para superar esta prueba!

¡Enhorabuena papás! Lametones especiales para Abril.

Playete.

Posted by Publicado por Play en 2:44
Categories:

0 comentarios

jueves, 3 de junio de 2010


Hoy me he asustado seriamente. Sí, lo sé, es fácil asustarme, soy miedica por naturaleza, pero la sensación de pavor que he sufrido hoy es nueva. La razón es que me he asustado, me he sentido extraño en mis propios territorios, es decir, aquí, en Play.

Hoy no me ha abierto la puerta Teo ni me ha traído el agua. Luego no ha llegado Silvia con su cantinela matinal: «¡Aiss, qué guapo es mi Playete!» -Ésta aún no se ha enterado que no soy suyo ni de nadie, pero si le hace ilusión pensarlo así, yo la dejo. Pobrecilla, así es feliz. Hoy, en tercer lugar, no ha entrado Efrén y no le he podido ir detrás reclamándole una carantoña con maullidos prolongados -¡Qué, por cierto, Efrén a ver si te estiras un poco y me das algún mimo que ando falto de ellos últimamente!

Hoy ha ocurrido algo extraño. Claudia me ha abierto la puerta. Vale, a ella la conozco, pero ella a mí aún no del todo y, claro, no me ha traído mi recipiente de agua. Luego han llegado dos extraños y ahí, ahí, ya me he cagado –sí, lo repito, soy miedica, según mi terapeuta porque he sido un gato mimado y sobreprotegido. En fin, la cuestión es que los dos extraños han entrado tan tranquilos, tan normales y han ocupado los puestos de Merche y Desiree. ¡Eh, que os pensáis!- les he dicho en mi idioma felino- ¡Aquí se sientan mis muchachas! Pero claro no han entendido nada. Me he sentido extraño y he decidido huir a la parte de atrás, a mi refugio particular bajo el sofá. ¡Pero a ver quién es el valiente que se atreve a salir cuando no hay nadie conocido! Varios pensamientos me han agolpado la cabeza sobre lo que estaba sucediendo:

-1ª opción: Esto es una alucinación. En realidad, estoy muertoy y esto es una vida paralela. Una especie de purgatorio al que he llegado por criticar tanto a los humanos y hasta que no expíe mis culpas y mis faltas, no veré la luz. ¡Sí, lo sé, demasiada tele! ¡Paparruchas!

-2ª opción: Me han abducido los extraterrestres y están ejecutando pruebas varias conmigo. ¡Sí, lo sé, también demasiada televisión! ¿Por cierto, os dais cuenta de cómo la tele contribuye a vuestras/nuestras más profundas pesadillas?

-3ª opción: Esto tiene que ser un sueño y tengo que despertar. ¡Es cuestión de pellizcarme, pero que difícil hacerlo con estas zarpas!

He pensado muchas cosas, pero ninguna cierta. Afortunadamente, cuando ya estaba a punto de enloquecer tratando de averiguar, he oído en la lejanía unos pasos conocidos. ¡Estoy salvado! Rápidamente he corrido hacia la puerta y allí estaba Silvia. Al verme tan asustado, y después de repetirme la retahíla de cada día –¡Aiss, que guapo es mi Playete!- me ha explicado que los desconocidos son los nuevos chicos Play, los nuevos compañeros y que, por tanto, son mis nuevos muchachos, mis recién estrenados pupilos. En definitiva, carne fresca para estudiar, desmenuzar y, si hace falta, meter caña.

Así que bienvenidos muchachos, pero qué sepáis que os voy a estar vigilando. Porque aquí por mucho que haya un jefe, Efrén, y un director creativo, David, aquí el auténtico capo soy yo, el gato. Y sólo, sólo, si os portáis bien y cuando os haya olisqueado y reconocido varias veces, sólo, entonces, tal vez, os ganaréis mis monerías, mis carantoñas y mi presencia en vuestras faldas –aunque prefiera las de las damas. Mientras tanto, os observaré en la distancia. Aunque parezca que duermo, siempre tengo un ojo clavado en lo nuevo.

¡Carlos e Ivan, espero que esto sea el principio de una buena amistad!

Próximamente, más y mejores ronroneos.
Palabra de Play.

¡Lametones varios que hoy me siento espléndido!

Posted by Publicado por Play en 9:38
Categories:

5 comentarios

jueves, 27 de mayo de 2010


Transcripción de los maullidos emitidos por el gato Play en sus largas jornadas nocturnas.

Domingo 16/Mayo/2010

Estoy despistado. ¿Hoy ya es 23 de junio? ¿Por qué tiran petardos? No me gustan, no me gustan. Me aterrorizan y me obligan a esconderme bajo el sofá.

¿Pero qué son esos gritos de los vecinos? ¿Se han vuelto aún más locos los humanos? ¡¡Aaaahhhhh, no!! Ahora lo entiendo. Acaban de gritar GOOOLLLLL. Vale. Es el estúpido deporte ese en que los humanos persiguen a una bola, que encima y, para más inri, empujan ellos mismos. Pero, pero, pero, pero ¿qué sentido tiene eso? Se cansan, se dan patadas, se tiran al suelo, se ensucian y sudan en pro de un balón. En estas ocasiones es cuando agradezco ser un gato - aunque sea asustado y bajo un sofá- y no humano. Bueno, para que nos vamos a engañar, casi siempre agradezco ser gato.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------
Lunes 17 /Mayo/2010

Definitivamente, cada uno de mis muchachos es particular. Con sus bondades y sus manías, con sus pensamientos y sus creencias y, en este sentido, nuestra última incorporación, Claudia, sigue la misma línea peculiar: ¡Bienvenida Claudia a este mundo de locos! Porque si los humanos estáis zumbados, los creativos aún más. Y, tú, Playete, calma que pronto te tocará lidiar con dos más. ¡Qué digo: serán cuatro, dos adultos y dos cachorros humanos! Con lo poco que me gustan estos últimos. ¿Qué esperáis? Los cachorros humanos me hacen la competencia en carantoñas y atenciones y eso no lo puedo permitir. ¡Esto es una invasión humana total! ¡¿Aun no os habéis enterado que los gatos somos seres antisociales?!
-------------------------------------------------------------------------------------------------------
Miércoles 19/Mayo/2010

Sí, Playete, cálmate, no maúlles con esa tristeza o, al final, vendrá algún vecino y se quejará. Pero no lo puedo evitar. Fuentes fidedignas me han informado que por los territorios montbaenses –en esas utópicas colonias libres de mininos- anda suelto un asesino de gatos, y claro, tenía que ser humano. No quiero ni puedo generalizar, pero solo espero que la justicia felina caiga con todo el peso de la ley –felina, también- sobre ese infame. Y hablo sobre justicia y ley felina, porque la vuestra no tiene mucho sentido pues inhabilitáis a un juez que lucha por conocer y saber… ¡Qué raros que sois!... ¡Ay, mis pobres amigos montbaenses! ¡No os acerquéis a humanos y corred!
-------------------------------------------------------------------------------------------------------
Viernes 21/Mayo/2010

¡Qué interesante este artículo que ha dejado Claudia sobre la mesa de la salita! Habla de un gato japonés que también observaba y metía caña a los humanos. Si es que os lo merecéis. La diferencia es que este gato vivió en el siglo pasado. Imagínate, Playete, ya entonces la raza humana andaba extraviada. Y no te creas que han sabido enderezar el camino. Si yo pudiera ser como el gato de ese libro... ¡Muchas cabezas caerían! ¡Vivan los gatos filósofos que ponen orden en el mundo de los humanos!
-------------------------------------------------------------------------------------------------------
Martes 25/Mayo/2010

Mis chicos no tienen remedio. Mira que les he dicho que me pidan permiso para utilizar mi imagen. ¿Alguien cree que me han escuchado? ¡Claro que no! He sido prota en Biocultura. Después, a mi alter ego, Gato negro, lo han convertido en animación de video. Y ahora incluso soy un muñequito por obra y gracia de un futuro muchacho Play. En fin, que yo no sé para que maúllo si no me entienden. Aunque pensándolo mejor, un poco de protagonismo no está mal. ¡No, Playete, no, no caigas en la trampa humana de la fácil adulación!
-------------------------------------------------------------------------------------------------------
Jueves 27/Mayo/2010

Playete, silencio. Playete, no hables. Playete, que te han descubierto. Ahora gracias al vecino sordo –que ya tiene guasa que haya sido él- mis muchachos han descubierto que hablo por las noches y diálogo conmigo mismo. Shhh, shhh, Play. ¡Qué aún pensarán que estoy loco! Lo que ellos no saben es que si no fuera por estos diálogos internos que tengo conmigo mismo no podría sobrellevar y comprender el mundo de los humanos. ¡Aunque en el fondo estoy agotado de tanto humano y de escucharme a mí! Ahora guardaré silencio. Shhh, Playete, shhh.

Posted by Publicado por Play en 7:44
Categories:

1 comentarios

viernes, 30 de abril de 2010


Queridos seguidores felinos y blogueros humanos:

Aquí estoy de nuevo. Sé que han sido muchos días, muchas semanas en que no he dado señales de vida, pero estoy bien, a puntito de dar por zanjado este paréntesis de vida llamado cura de desintoxicación humana.

Creo que mañana ya me darán la patada en mis humildes nalgas y volveré con mis muchachos, a la agencia, a mi día a día. Eso sí, regresaré dispuesto a no convertirme nuevamente en títere humano.

Debo confesaros que mañana me dan el alta, pero no es un alta real. De hecho, me echan. Sí, tal como suena. Mi gato terapeuta, del que ya os hablé, dice que hemos llegado hasta aquí y que no existe terapia para que sea más felino.

Después de escribiros la última entrada, en la siguiente sesión con el terapeuta, en un arrebato de sinceridad, le confesé que me había comunicado con el exterior. Yo estirado en el diván y él acicalándose los bigotes, me miró y me soltó: ¡Eso no es propio de un gato, Play! Sí, él me llama Play, dice que Playete es ñoño, que me denigra como gato y además es un nombre impuesto por humanos. Yo no estoy de acuerdo con nada de todo esto, a mi me gusta Playete, porque indica cariño, pero pasé de llevarle al contraria porque igual tenía razón y yo estaba equivocado. Ahora me doy cuenta que no. Retomando la conversación, él me explicó que un auténtico gato aunque se hubiera equivocado o se hubiera saltado las normas, jamás lo hubiera reconocido. Tendría que haber sido capaz de engatusarle y engañarle. Dice que eso es un auténtico gato. Y está claro que yo no soy así.

Por ello, durante semanas, me ha sometido a tratamientos varios y a sesudas charlas en su diván. Me ha obligado a divagar por los jardines a la luz de la luna porque se supone que somos animales nocturnos –claro, eso, ellos, que duermen durante el día, pero yo en la agencia tengo demasiado trasiego para echar buenas siestas diurnas. Me han obligado a rascar en mobiliario urbano y propio en contra de mi voluntad y me han hecho practicar el engatusamiento, acercándome a extraños para dejarme tocar y cuando ya estaban encariñándose ―y yo disfrutando, para que nos vamos a engañar― me obligaban a bufarles y a sacarles las uñas en actitud irascible. ¡Uff, cómo me ha costado! Al final, lo he acabado haciendo, pero cada vez que ocurría yo sentía que iba en contra de mi mismo, que aquel no era el auténtico Play.

La semana pasada, tuve la última sesión con mi gato terapeuta y después de explicarle como me sentía, me dijo lo siguiente: Play, tú no tienes remedio. Tu bondad es irrompible y tu humanidad casi innata. Vamos que con un par de genes más, nazco niño y no gato. Total, me dijo que aquí en la clínica no podían hacer nada más y que me alentaba a marcharme la siguiente semana. No puse objeción. Ahora me siento mejor, mucho más fuerte, más equilibrado y con ganas de volver a ser el gato de la agencia, el gato muso, el gato de la buena suerte.

Curiosamente, cuando estaba a punto de salir de su despacho, el terapeuta me ha detenido y me ha dicho bien flojito al oído: Playete, sigue así. Tienes mucha suerte de tener este carácter. Sé que te sorprenderá que te diga esto, pero más de uno de nuestra especie quisiéramos ser así porque tendríamos mucho terreno ganado con los humanos. Tú que puedes convivir con ellos, aprende de ellos y enséñales que aunque gatos, también somos inteligentes, sabios y podemos mostrarles muchas cosas que ellos han olvidado.

Yo me quedé mirando sorprendido al terapeuta y le agradecí la estancia, y lo digo de verdad. Tomar distancia de mis rutinas ha sido una gran experiencia y me ha devuelto mi propio carácter. No sé si habré retornado a los instintos felinos, lo que sí es seguro es que he retornado a mis propios instintos, a los de Play o Playete ―como gustéis―, aquellos que me definen como ser. Y qué más da si soy gato negro, bueno y a veces peque de humano. Soy Play y he vuelto para seguir comprendiéndoos y metiéndome con vosotros porque, al fin y al cabo, alguien tiene que hacerlo.

PD: Un personal saludo y mucho ánimo para un juguetón y pequeño amigo, Piojo, para que te recuperes pronto y sigas engatusando a tu amita, Lore.

Ilustración by David.

Posted by Publicado por Play en 4:21
Categories:

0 comentarios

jueves, 18 de marzo de 2010


Queridos seguidores felinos y blogueros humanos,

Como ya os comenté en la última entrada, hace unas semanas tomé la decisión de internarme voluntariamente en un centro de desintoxicación humana. Sí, lo sé, el nombre suena algo fuerte, pero es que en realidad, no hay mejor manera de definirlo. La idea es que uno acude a este centro para recuperar sus instintos felinos porque por lo visto somos muchos, cada vez más, los que necesitamos ser sometidos a estos tratamientos. Y es que el trato con los humanos está pervirtiendo nuestras facultades naturales.

A este centro acuden muchos gatos de manera voluntaria a dedicarse un tiempo exclusivo, alejado de humanos y amitos, que aunque nos quieren mucho, a veces se equivocan o nos hacen más mal que bien, eso sí, siempre de manera involuntaria. Los motivos principales para ser ingresados son dos: la tristeza o desazón que embarga a algunos gatitos, lo que llamáis vosotros como depresión humana y, la segunda causa, un problema de interpretación de roles: aquellos gatos que se creen humanos, niños o bebés, porque así los tratan sus amos. Claro esto provoca en los gatos una pérdida de personalidad fatal para su desarrollo y sus vidas. ¿Cuántas veces habréis oído a un amo decirle a su perro o gato: ¡¡Ay, mi niño guapo!! ¡¡Ayy, mi bebeito!! ¡¡Ayy, cuánto te quiere la mami!! Y cosas por este estilo que producen el trastorno denominado gatos humanos y que se manifiesta en aquellos gatos que no tienen conciencia de sí mismos y acaban convertidos en gatos-bebé, gatos-niño, gato-exclusivamente faldero. ¡Y claro dónde se ha visto que un gato no rasque, ni arañe, ni persiga cualquier cosa que revolotee y sólo permanezca en las faldas de alguien! Así que por estas dos causas principales los gatos nos sometemos a estos tratamientos.

En el centro es muy importante cumplir cuatro reglas básicas: 1. No tener contacto con humanos durante el tratamiento. 2. Hacer lo que realmente nos dé la gana, que equivale a decir, nada de obligaciones, todo placeres (largas siestas, comer a tutiplén, no tener que dar carantoñas a los amitos, etc.) 3. Rascar allí donde nos plazca sin temor a ser castigados, ni a estropear nada. 4. Mantener relaciones con otros gatos –relaciones anímicas, no penséis mal, muchachos- y compartir experiencias con los demás para volver a ser realmente felinos.

El tratamiento no tiene una duración determinada. Todo depende de tu evolución personal. Hay quienes están una semana, otros dos y otros, como yo, que ya vamos para las cuatro. Pero es que soy un caso complejo. Mi terapeuta, un gato sabio con años de vida y sabiduría a cuestas, ya me ha dicho que lo mío es complicado porque si normalmente los gatos que acuden a terapia están mal porque comparten vida con dos, tres o cuatro humanos a lo sumo, yo que la comparto con diez, imaginaos como ando. Dice que cada uno de estos humanos me ha transmitido sus miedos, sus neuras, pero que al mismo tiempo, han sido muchas personas dándome mimos y carantoñas. Me ha explicado que soy un gato terriblemente bueno, maleable e influenciable y que todo eso no es propio de los de mi raza. Total, su veredicto es que soy un gato mimado y consentido en estado depresivo, con pérdida de personalidad y carente de instintos felinos. ¡Vamos todo un cuadro para estudiar clínicamente! Y yo que sólo pensaba que estaba un poco triste y carente de ilusión con el blog. Es lo que tienen los terapeutas, siempre te sacan los traumas de esta vida, de la vida anterior y diría que hasta de la futura. ¿Vosotros creéis que estoy tan mal?

En fin, os seguiré contando mis historias en el centro y mi evolución, pero ahora me voy porque si me pillan comunicándome con el exterior, voy a tener un serio problema. Sin embargo, una reflexión final: ¿¿No creéis que algunas personas también os tendríais que someter a un tratamiento similar para recuperar vuestra esencia natural y vuestra humanidad?? Ahí lo dejo.

¡Mil gracias por vuestros mensajes de ánimo, especialmente, a Desiree, DVD, Anónimo y Bea!

Palabra de Playete.

Posted by Publicado por Play en 10:08
Categories:

5 comentarios

viernes, 26 de febrero de 2010


Algunos os habréis preguntado el porqué de estas ausencias cada vez más prolongadas. Bueno, realmente, ¿os lo habéis preguntado alguien? A veces tengo mis dudas, ¿Por qué quién lee este blog? ¿Hay alguien ahí, detrás de la pantalla que lea estas disquisiciones mías?

Las estadísticas me indican que muy pocos y supongo que entre saberme poco leído y la desidia innata de los de mi especie, me he ido dejando.

Inicié el blog con muchísima ilusión, dispuesto a ser un buen bloguero gatuno –tal vez, el único por el ciberespacio- y cumplir con mi nuevo deber. En el fondo, eso era bueno para mí: imponerme un pequeño deber, gustoso eso sí, algo más allá de mis siestas diarias y mis jugueteos por la oficina. Encontrar mi rincón para expresarme más allá de mis miaus y ronroneos. Esperar con ansías publicar la entrada tanto como la latita de los viernes. En definitiva, dar voz y voto a los de mi especie, o al menos, contaros mis andanzas como gato de oficina. El blog me abrió una puerta a miles de posibilidades. Creo que pocas veces un gato ha hablado sin tapujos y ha metido tanta caña a los humanos como yo… Y es que no se puede negar que sois un gran tema para analizar. Pero de tanto escribir y convivir con vosotros, pasó lo que tenía que pasar, que he acabado asumiendo vuestro carácter y el aburrimiento se ha apoderado de mí.

Por eso, he ido pasando de la entrada semanal a la quincenal y de ésta a la mensual. La ilusión por el blog se fue perdiendo y lo que antes era mi motivación se convirtió en mi obligación ¡¿Pero desde cuándo a los gatos nos han importado esas cosas?! ¿Desde cuándo se ha visto que los gatos tengamos que asumir obligaciones?! Nosotros estamos por encima de esas prácticas sociales. Pero, como ya he dicho, de tanto compartir vida con los humanos se me ha acabado pegando algo. Esa sensación de desazón que tanto os suele caracterizar. Y es que los gatos no padecemos de esas sensaciones ni paranoias. Nosotros somos más inteligentes y hemos llegado a un estado de tranquilidad y paz vital que ya quisierais para vosotros. Pero ahora al estar entre diez humanos –cada cual más neurótico que el anterior- y encima si le sumamos a dos embarazadas, he acabado perdiendo el oremus.

Pero lo que es peor, noto que he perdido mi esencia. Los gatos no hemos esperado nunca nada, sólo vivimos del instante, del momento y como mucho ansiamos una simple caricia robada o escuchar el sonido al abrir la latita de los viernes. Nuestras aspiraciones son sencillas, no esperamos grandes cosas, pero tampoco las añoramos. Ya os he dicho antes que los gatos estamos más evolucionados que los humanos y poseemos una paz que hasta el mismo Dalai Lama nos envidia. Sin embargo, he detectado en los últimos meses que me ofusco cuando no soy leído y comentado en este blog. Espero incesante una respuesta a mis palabras y cuando noto que no las obtengo, siento esa frustración tan típica de los seres de dos patas. Así, que ante tal situación, sólo me queda una opción: someterme a una cura antihumanos y retornar a mis instintos felinos a ver si así se me pasa esta sensación. Necesito recuperar mi equilibrio y si vuelvo a escribir, hacerlo por el simple placer de escribir, al igual que me echo mis largas jornadas de siesta, sin esperar nunca nada a cambio. Pero, por el momento, me voy a mi cura de desintoxicación humana y entonces ya veremos si sigo escribiendo.

Quizás, próximamente, nuevos y mejores ronroneos.

Palabra de Playete, en estado de bajón.

Posted by Publicado por Play en 2:50
Categories:

7 comentarios

viernes, 15 de enero de 2010



Aunque ya han pasado unos días desde que sucedieran estos hechos, aún sigo confuso, indignado en mi ánimo felino y sin entender nada de nada. Será por esta razón, que esta semana, aunque mis muchachos me hayan hecho carantoñas y me hayan ofrecido jamoncito del rico, yo no lo comía a la primera. Daba vueltas, me lo pensaba, lo olisqueaba, pero no me fiaba. Será que estoy empezando a dudar de los humanos porque hay cosas que mi comprensión gatuna no acepta. O, tal vez, sea al revés y es que los humanos sois demasiado rebuscados y raros. Y todo esto porque hace unas semanas, en una de esas cumbres de politicastros o feria de vanidades diversas que tuvo lugar en Copenhague, unos militantes ecologistas y pacifistas se colaron en una fiesta de tiros largos y en medio de la prensa congregada sacaron una pancarta. En ella, un mensaje breve, pero directo, punzante: “Los políticos hablan, los líderes actúan”. El resto de la noticia ya la conocéis. Veinte días de cárcel para los manifestantes y un próximo juicio que a saber cómo acaba. ¡¡¡¿¿¿ Y esto es justicia???!!! ¡¡¡ PAPARRUCHAS!!! Es decir, a alguien que expresa una opinión libremente sin hacer daño a nadie y en pro de una causa justa, como el cuidado del planeta, le encarcelan. A otros, ladrones y asesinos, se les perdona en años, se les rebajan condenas… Pues no sé que esperáis, esto no es justicia ni es nada. Yo que ya no creía en la justicia divina, ahora tampoco creo en la humana. Prefiero la gatuna en la que cada uno seguimos nuestro camino libre e independiente y no nos dedicamos a fastidiar al más inocente. ¡Si es que esto parece el mundo al revés!

Porque yo me pregunto: ¿la culpa es de la justicia o de los politicastros? Sí, de esos, que no quieren poner un centro de acogida de animales en Barcelona. Sí, de esos, que se gastan el dinero en campañas de publicidad absurdas. Sí, de esos, que se reúnen pero son incapaces de llegar a un acuerdo. Al fin y al cabo, quién decide la justicia son nuestros mandamases.

Hay quién dijo que un pueblo tiene los políticos que se merece. La verdad es que no lo sé, eso os dejo que lo valoréis vosotros, que sois el pueblo y elegís a vuestros mandatarios. Pero lo que sí es cierto que es que aunque hablan mucho y montan tinglados y convenciones a mansalva, ninguno se moja ni toma decisiones ni emprende acciones.

Por suerte, siempre hay valientes, gente que se implica y que lleva las palabras a gestos, a movimientos. Vale, de acuerdo, que los gatos no somos el mejor ejemplo, no somos seres de mucha acción, pero si hace falta, por una buena causa, sacamos las uñas, nos las afilamos y nos disponemos a dar zarpazos. Pero en este caso y en pro de la no violencia que promulgaba aquel pacifista humano llamado Gandhi, daremos zarpazos verbales: ¡Gatos del mundo uniros y que se enteren estos dirigentes! ¡Menos egoísmo y palabra, más acción y sentimiento! Y si hemos de ser ejemplo, lo seremos, para que estos humanos se enteren de lo que realmente es importante.

Y, ahora os dejo, que la carne es débil, el hambre aún más y un gato hambriento, ya ni te cuento. Uno de mis muchachos me está mostrando un trozo de rico pavo… uhhhmmm, en el fondo, no puedo dejar de confiar del todo en los humanos y menos cuando hay comida de por medio. ¡Miaauuuuu!

Próximamente, más y mejores ronroneos.
Play, el gato.

Ilustración by Marta.

Posted by Publicado por Play en 4:59
Categories:

0 comentarios