martes, 30 de diciembre de 2008


Apreciados lectores y blogueros,

Antes que nada, pediros disculpas por no haber publicado antes. Me hubiera gustado escribiros antes de Navidad, pero me ha resultado imposible. Tenía retazos de papel escritos, pero cuando no era por una cosa era por otra, este gato no podía acabar su entrada obligada de cada semana. Así que os dejo los retazos que he ido sumando:

PRENAVIDAD

Los días antes de las fiestas siempre suelen ser una locura. Parece que el mundo se vaya a acabar y todo toma una magnitud irreal. Al menos es lo que suele suceder en Play. Entre tarjetas navideñas para firmar, felicitaciones on-line, clientes y paquetes de regalos, esta agencia parece más un mercado de abastos o, a veces, incluso, un campo de batalla, donde unos juran y perjuran que nunca más volverán a pasar por esto, mientras otros intentan concentrarse entre tanto ajetreo.

Yo, que como felino, amo la tranquilidad y la paz, me he visto sometido una vez más al estruendo humano. Y, claro, como para quejarse. En fin, me callé, ya que lo mejor era dejarles hacer, pues al fin y al cabo, la navidad es una sola vez al año. Aunque para rematar la semana, se acabó celebrando la famosa comida navideña.

Yo me mantuve apartado, sin intervenir, pero hasta mi llegaba el griterío por los regalos y que si yo soy círculo y tú triangulo. Y, ay, qué regalos. Algunos indescriptibles, otros poco útiles, y algunos inútiles, pero sobretodo, subidos de tono.

Total, la sesión acabó con los regalos repartidos y las risas acumuladas, pero, este año no hubo ningún presente para el gato. ¡Oh, qué extraño! Pero no importa, porque mi mejor regalo es saber que a pesar de los nervios, el estrés y el agobio del trabajo, este gato que aquí escribe siempre recibe lo mejor de cada uno de mis muchachos. Mi mejor regalo es oír que me clonarían para hacer más Playetes o que soy como un peluchete. ¡Eso sí es un buen regalo! Oir que te adulen.

NAVIDAD

Sobre estos días de familia unida jamás será vencida, poco voy a explicar, más bien, porque mi meta ha sido descansar y dormir todo lo que no pude los días previos. Y, también hay que reconocerlo, porque aquí mi familia se fue con sus familias respectivas y Play se quedó de vigilante de la guarida. Estas fiestas me ha permitido poner al día este blog, a la par que me arrastraba buscando algunas migajas. Sí, porque mientras algunos se cebaban, este gato adelgazaba. Al menos, tenía las comodidades que otros gatos no tienen o no quieren, porque os puedo asegurar que hay mucho gato aventurero, callejero y, a veces, hasta pellejo…¿verdad Silvia?

AÑO NUEVO

Otra vez, nos encontramos con una fiesta humana y, claro, con todo lo que ello conlleva. Lo más divertido de Nochevieja es toda la parafernalia que se preparara. En esa noche se depositan muchas esperanzas y alegrías entre copas de cava, se intentan esconder las penas bajo los calzones de color rojo y se hacen las largas listas de cosas que cambiaremos, intentaremos mejorar o, simplemente, nos propondremos para el año nuevo, aunque luego no lleguen a nada más. Bueno, eso es lo que hacéis los humanos. Los gatos no sentimos esa necesidad. Así que, seguramente, me quedaré junto a mi latita, viendo pasar las horas. ¡Vamos, lo que muchos humanos querriais! Sin la latita, claro. Pero estoy seguro que más de uno, estaría encantado de no verse obligado a celebrar una noche pesada, donde la gente bebe más de que lo que debe, y donde hay que estar alegre aunque uno este inerte.

Sin embargo, aprovechando el año que acaba si que voy a copiar una de las costumbres humanas, que es la de agradecer. Los gatos, aunque nos cueste, tenemos nuestro punto de gratitud y, por eso, ahí van mis gracias a Francesc por diseñar este blog y a David y Marta por esos dibujos tan geniales que me hacen para las entradas. Capítulo aparte se merecen mis seguidores, que aunque pocos, son bien fieles: a Desiree por ser siempre la primera en comentarme; a David, porque últimamente se ha sumado con suma agudeza; a Mireia, porque sé que cada semana la espera y, a todos aquellos, que también sé que andáis ahí, sí, sí, tú que estás detrás de la pantalla, leyendo estas palabras. Muchas gracias por seguirme y para el próximo año, animaros a comentar. Prometo no arañar.

Y, en definitiva, a todo el equipo Play por ser inspiración. Porque sin sus ocurrencias, situaciones y vivencias, este gato no tendría historias que contar.

En el 2009, más y mejores ronroneos.

Play, el gato.

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viernes, 12 de diciembre de 2008


Parece ser que el enfado rutinario se me ha pasado. Y es que no hay nada como estar malherido o enfermito para tornarse blandito y buscar el consuelo en las carantoñas ajenas y en el calor de las faldas. Sí, mientras el resto de los mortales andabais disfrutando del puente, yo resultaba malherido en una oreja. Un pequeño corte sin más importancia, pero que ha resultado ser la excusa perfecta para seguir siendo el centro de atención de la agencia y, además, volverme a ganar la simpatía de todos a pesar de mi estado taciturno de días anteriores.

La mayoría de mis muchachos se pregunta que me ha sucedido y yo he guardado silencio hasta ahora. Pero ha llegado el momento de explicaros la historia. Todo sucedió una tarde de sábado, cuando aún restaban algunos rayos de luz. Mientras algunos andaban de excursión y otros jugando a la Wii –o al menos, intentándolo-, yo decidí hacer una incursión en terrenos extraños. Aprovechando que la puerta del patio estaba entreabierta, me colé y salté donde nunca lo había hecho: al patio del costado. Y desde allí arriba descubrí ante mis pupilas dilatadas, una retahíla de patios vecinos. Aquello era un maravilloso mundo desconocido. Y más, cuando escuché un maullido suave y sugerente. Mis pupilas se dilataron aún más si cabe y mis orejas se autodirigieron en busca del origen de aquel sonido. Tres o cuatros patios más adelante, vi a una dulce gatita. Sí, ya lo sé, estoy castrado y estas cosas no deberían afectarme. O, al menos, eso es lo que yo pensaba, pero los maullidos eran demasiado embriagadores como para no alterarse. Salté varios muros y recorrí varios patios hasta que me hallé frente a la gatita. La miré con cara de sorpresa, pues no os creáis que he visto muchas gatas en mi vida. Y ella se mantenía erguida, orgullosa, como observándome por encima de sus bigotes. Poco a poco, me acerqué hasta rozar pelaje con pelaje. Me gustaba y a ella no parecía disgustarle. Y así seguimos un rato: que si yo te rozo, que si tú me rozas. Ronroneo por aquí, ronroneo por allí. En fin, ¡qué os voy a contar! Todo estaba perfecto hasta que de repente, oí un grito humano, casi ininteligible. Algo aturdido miré hacia arriba y vi a un humano desconocido que muy alterado me gritaba que dejara a su gatita. Yo le metí un bufido e intenté defenderme. Me hubiera gustado explicarle que no iba a hacerle daño a su gatita, que soy un gato castrado, con mucha cabeza y sentimiento, que escribo hasta un blog y que soy civilizado y no un cualquiera. Pero, claro, nada de esto le pude contar. Nada más echarle el bufido, noté que un escobazo caía sobre mi cabeza. Huí con el rabo entre las piernas y no dejé de correr hasta llegar a mi guarida. Cuando me di cuenta, tenía una herida en la oreja. Increíble. Aquel humano sin mediar palabra, ni maullido, se tomó la justicia por su mano. Si es que ya lo digo yo: los humanos nos llamáis animales a nosotros, pero en muchas ocasiones, los irracionales sois vosotros.

¿Qué os ha parecido lo qué me sucedió? Seguro que la mayoría estaréis pensando que ese humano ha sido un salvaje, que no era necesario hacerme esto, y menos, a mí. El problema es que esto sucede cada día. Y no sólo a gatos, sino a todo tipo de ser vivo animal. Porque el día 10 de esta semana ha sido el Día Internacional de los Derechos de los Animales, este blog va dedicado a ello. Humanos, reflexionad y recordad que es mejor comunicarse con la palabra y no con la vara.

Ah, por cierto, obviamente, la historia es mentira. Los que me conocéis ya lo habréis imaginado porque yo me asusto hasta de mi propia sombra. La cruda y ridícula verdad es que mi torpeza me pudo y en una de mis carrerillas choqué contra una de las bicis. No calculé bien la ecuación velocidad-espacio. Sencillamente, fue un pequeño accidente doméstico, pero gracias a él, vuelvo a tener a todo el mundo en el bote. No hay nada como hacerse el malherido, aunque esta vez sea verdad, y lleve la oreja maltrecha.

Próximamente, más y mejores ronroneos.

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viernes, 5 de diciembre de 2008


Sigo estando huraño. Parece ser que esta vez el mal humor me está durando más de lo habitual y ya no sé si es el síndrome prenavideño o exactamente qué me pasa. Creo que de estar rodeado todo el día de humanos, se me pega lo mejor y lo peor. Y, en este caso, creo que ando un poco perdido anímicamente como os sucede a las personas. Porque, aunque no lo creáis, insisto, los gatos tenemos sentimientos. ¿Muy escondidos? Tal vez, pero ahí están. En fin, tampoco voy a darle más vueltas, pero mi estado afecta a las relaciones con los demás, en este caso, con mis chicos. Así que esta semana he tenido encuentros, desencuentros y reencuentros.

Encuentros: la semana pasada ya os expliqué que se unía al equipo Play una nueva compañera, Merche. He estado observándola un par de días y ya he hecho más de un amago de subirme a su falda. Creo que me he tomado demasiadas confianzas. Incluso, he intentado invadir su espacio vital, es decir, la mesa de trabajo. Ah, pero amigo, hay hemos encontrado un problema: su portátil. Ya me ha advertido que es uno de sus tesoros y que más vale que no me suba, ni lo teclee con mis patas. Escucho y cumplo. Intentaré no hacerlo, pero realmente, es muy tentador. Ya sabéis, los gatos como los humanos, faltan que te digan que no hagas una cosa, para que quieras hacerla con más ganas.

Desencuentros: especialmente, con mis chicas. Sí, lo sé, podéis echarme en cara que estoy poco comunicativo y cariñoso. Qué estoy arisco a vuestras carantoñas. Podría parecer que prefiero la manta que vuestra compañía.Y no puedo decir lo contrario. Es que no sé que tiene esta manta que es adictiva, casi, casi, tan adictiva como el agua de la fuente y el pegamento de los sobres –algún día os hablaré de esta extraña afición. Pero, os prometo que esto pasará y volveré a ser el de antes.

Reencuentros: con el calor de la estufa. Sí, es un reencuentro poco humano –bueno, según se mire, porque cuando el frío aprieta y el cuerpo se pela, vosotros sois los primeros en acercaros a ella. O lo que es peor, a utilizarme a mi como manta para calentaros. Pero, ¿sabéis lo a gustito que se está junto a la estufa, con mi pelaje casi ardiendo? Es una sensación única, pero no os la sugiero. No creo que vuestra piel aguantará esas temperaturas. Aunque lo que realmente quiero es reencontrarme con el gato Play divertido y receptivo y no con este tan esquivo. En mi simbiosis casi humana, creo que una forma de conseguir reencontrarme a mi mismo es reencontrarme con mis chicos. Volver a pasear por sus mesas, no mostrarme tan enfadado porque me utilicen como imagen –os lo dije, este año también caeré en la felicitación navideña, ¿cómo? Ssssiiitttthhh, es un secreto-, dejar que me toquen sin escabullirme y, sobretodo, responder cada vez que me llamen Play. En en fondo, no hay nada mejor que verse reconocido por el otro y en el otro. Para eso sirven los reencuentros para desencontrarse de lo que uno no es y encontrarse a si mismo. Creo que más de uno estará de acuerdo.

Prometido, intentaré mejorar mi humor y no ponerme tan transcedental.
Palabra de Play.

Próximamente, más y mejores ronroneos

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viernes, 28 de noviembre de 2008


Últimamente, estoy algo más huraño y solitario que de costumbre y creo que la culpa la tiene la inminente Navidad. Sí, está ahí, a la vuelta de la esquina, amenazante con su grito de guerra: CONSUME, CONSUME, SÉ FELIZ QUE ES NAVIDAD, SÉ SOLIDARIO QUE ES TIEMPO DE PAZ, en fin, toda esa retahíla de buenos y maravillosos deseos. A mi como podéis suponer, la Navidad no me gusta especialmente, pero sobretodo y de manera casi humana, odio las semanas y días antes, es decir, las preparaciones de la Navidad. Y de eso, hemos empezado a tener esta semana en Play. Reuniones para ver como podemos sorprender a nuestros clientes en estas fechas. Yo, la verdad, es que mientras no me monten el sarao del año pasado con los arbolitos, las cintas y las tarjetitas, me doy por satisfecho… ¡Vamos que me dejaron una salita que aquello no era lugar para vivir un gato! Chavales, que soy gato y no cerdo, así que a ver si somos más limpios, ordenados y pulidos. Bueno, y que contar del día que hicieron la cena de empresa… demasiada gente y ni siquiera me pidieron permiso para molestarme en mis terrenos. Lo mínimo hubiera sido consultar que me parecía que invadieran mi espacio vital. Claro, que de eso de invadir espacios vitales tampoco puedo hablar mucho, pues yo soy el primero que me subo a las faldas de las chicas y que me paseo entre las mesas... pero, eso es otro tema.

El caso es que a mi nunca me han consultado nada, ni siquiera si me gusta que me utilicen como motivo navideño. Es más, nunca me han preguntado si quiero formar parte de la imagen de Play Creatividad. Ellos son así. Cuando las musas no llegan y la inspiración escasea, me toman de prestado para convertirme en protagonista de todo. Para demostrarlo, voy a hacer una lista de los lugares donde aparezco: primero, en los vinilos de la oficina; segundo, en la entrada de la puerta del baño; tercero, en la fuente del agua –bueno, vale, ahí sólo mis ojos-, que más, que más… En los sobres, amarrado a un árbol, al cual según parece amo porque de mi salen corazoncitos... Pero yo no recuerdo haber estado enamorado de una planta. ¡Ah, claro, qué se trata de una metáfora! Represento el reciclaje y amor por la naturaleza… ¿Veis? y otra vez, que nadie me ha preguntado mi opinión sobre aparecer así en público. Pensad que uno tiene su orgullo. Luego, también estoy dibujado en los paquetes que enviamos y, por último, soy protagonista en lo más de lo más, la web. Ahí aparezco como investigador privado con una super lupa y también me adormezco junto a una tele mientras cambio de paisaje –locuras visuales de mi amigo Francesc.

En fin, he llegado a la conclusión que creo que a partir de ahora voy a reclamar derechos de imagen y ya puestos, de propiedad intelectual . ¿Porqué qué es esto de usarme constantemente? Pase que sea la mascota desestresante de todos, pero de ahí a lo demás hay un trecho. Aunque total no sé si servirá de algo. Os apuesto lo que queráis a que estas navidades volveré a ser usado como motivo de la felicitación navideña. ¡Paparruchas!
Ciertamente, ¿veis cómo estoy algo huraño? Esto es el efecto prenavidad. Pues esperad a que lleguen esos días. La bestia que llevo dentro despertará.

Ah, por cierto, no me puedo despedir sin dar la bienvenida a la nueva componente del equipo Play. Merche, espero que nos llevemos bien y que cuando haya un poco más de confianza me dejes saltar a tu falda.

Próximamente, más y mejores ronroneos.

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viernes, 21 de noviembre de 2008


Los gatos no solemos practicar dos cosas de las que adolecéis los humanos: la diplomacia y la cortesía. Y todo esto lo digo porque esta semana hemos tenido una visita en la agencia y hemos caído en ambas cosas, incluso yo y de cuatro patas. En los negocios es obvio que debe existir una cierta diplomacia y un cierto interés en quedar bien. Tiene toda su lógica, pero no deja de ser divertido como se prepara uno para darse a conocer. Yo, desde mi visión gatuna, os puedo asegurar que no tiene desperdicio.

Cuando los humanos preparáis una reunión, una primera visita con alguien desconocido, realizáis todo un increíble despliegue de medios. La primera imagen es importante y se ha de estar bien preparado. Así que es un gran momento para poner orden en la oficina y arreglar todo aquello que lleva semanas y semanas a medio gas, dígase pegar los troncos de la salita, aunque sea a base de blu-tack, pasar la aspiradora, esconder el millar de cajas de cartón o eliminar y reciclar – sí, sí, tomad nota que reciclar es importante- las revistas y periódicos de hace años.

Luego está la segunda fase, elegir como os mostráis a través de vuestro trabajo. Escoger los mejores proyectos, colocando este expositor aquí, que queda muy disimulado, o estos carteles allí en la pared, rezando para que no se caigan durante la reunión, porque sí, efectivamente, también están pegados con blu-tack. Sólo os queda un pequeño detalle, comprar un tentempié o un piscolabis, algo para beber y comer, ligero, sabroso, pero no engorroso.

Y ya estáis dispuestos y preparados para mostrar a Play. No a mí, claro está, sino a Play Creatividad. Y llegan las visitas, las presentaciones y las adulaciones. Incluso, yo esta vez me he comportado diplomáticamente. No he paseado por la sala, ni me he subido a la mesa durante la reunión. Me he quedado agazapado debajo de mi manta naranja porque hay veces que la formalidad debe imponerse a la espontaneidad o, al menos, eso dicen.

Sin embargo, aunque no entré en la reunión, porque eso sólo lo hago con los clientes con los que tengo mucha confianza, me acerqué a la sala y endosé mi oreja derecha a la puerta cerrada. Y lo que yo imaginaba se cumplió: por mucha diplomacia, cortesía y querer quedar bien, al final, mis chicos se mostraron tal como son, naturales y próximos. Porque lo que la gente valora es la cercanía y no tanto la letanía de que buenos que somos y que bien lo hacemos todo. Porque lo que al final cuenta es mostrarse tal como eres y, enseñar lo que llevas dentro. De diplomacias, las justas y, de querer quedar bien, lo necesario. Por eso, os dejo este escrito y me vuelvo a mis siestas, porque hay que mostrarse como uno es, aunque sea bajo una manta y le llamen ETE, en lugar de Playete. Sí, soy un gato y un gato perezoso, para que intentar disimularlo.

Próximamente, más y mejores ronroneos.

Play, el gato.

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viernes, 14 de noviembre de 2008


Apreciados lectores y blogueros,

Ayer por la tarde me hice un poco más humano. Entendí una cosa que los humanos soléis buscar en todo lo que tenéis, pero que nunca había comprendido el porqué: la seguridad. Estos días entre las mesas y las pantallas de ordenadores, he ojeado información sobre seguros para los humanos. Cosas del trabajo de mis compañeros. Seguros de salud, seguros de vida, seguro por accidente, seguros para coches, seguros para casa, incluso, seguros para animales domésticos. Por mucho que me he paseado por entre esos folletos, no lograba entender nada. ¿Por qué ese ansía por asegurarlo todo? ¿Es normal querer mantenerlo todo bajo control? He llegado a la conclusión que entre los humanos es algo natural, casi, casi instintivo. Pero no entendía el porqué. ¿Seguros de salud y seguros de vida? ¿Cuál es la diferencia? Porque lo que está claro es que si tienes salud, tienes vida. No hay más vuelta de hoja. Pensé que tal vez existen esos seguros porque, al fin y al cabo, vosotros, los humanos no tenéis siete vidas como los gatos –excepto, que creáis en la reencarnación, pero eso ya es otro tema. Pero entonces, ¿para que existen los seguros por defunción? –yuyu, el tema muerte me da mala espina-, donde, por lo visto, tus familiares más cercanos cobran dinero porque tú te mueras. Aquí ya sí que me pierdo. Se sustituye a la persona y todo lo que significa por dinero… Y, finalmente, la gama de seguros que protegen aquello que supuestamente es tuyo, tus posesiones. Pero, fijaros, que yo como gato no era capaz de entender porque queríais protegerlo todo hasta ayer.

Ayer por la tarde estaba escribiendo el texto para esta entrada. Todo parecía salir bien. Estaba inspirado y en racha. Tecleaba rápido, tan rápido como me lo pueden permitir mis pezuñas, para que las palabras no se me escaparan. Casi, casi había finalizado la entrada, cuando, pataplás, algo pasa en el ordenador. La pantalla me advierte de un virus y, de repente, aquello deja de funcionar. Intenté golpear con mi pata el teclado y el ratón y arañar la pantalla. De nada me sirvió. Todo lo que había escrito se perdió, el ordenador empezó a fallar sistemáticamente y nada se pudo hacer por recuperar la entrada. Maullé de indignación como hacía tiempo que no maullaba. Ese fue el punto de inflexión.

Si hubiera tenido un sistema antivirus – así se llama, ¿verdad?-, un sistema de seguridad, esto no me hubiera pasado. Desde ese momento, entendí que los humanos buscáis la seguridad para no perder aquello que más apreciáis. Buscáis la seguridad para calmar vuestras dudas y miedos. Buscáis la seguridad porque queréis evitar el dolor de la pérdida. Sin duda, ayer este gato se hizo un poco más humano. Y encima le tocó volver a escribir esta entrada.

Próximamente, más y mejores ronroneos.

Play, el gato

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jueves, 6 de noviembre de 2008


Esta semana parece que el monotema son las elecciones: las norteamericanas y, algo así como las internas, porque estamos en pleno proceso para elegir una persona que se incorpore al equipo Play.

Sobre las elecciones de los Estados Unidos no tengo mucho que decir, porque ni entiendo de política, ni sé si quiero entender. Sólo sé que el nuevo presidente, Barack Obama, y yo tenemos una única cosa en común: nuestro color de piel/pelaje. Somos negros. Y, por lo visto, esta elección de Obama ha causado un gran revuelo porque, por primera vez, una persona de color o una persona negra –porque no vamos a hablar con tantos remilgos cuando no ofendemos a nadie- ha accedido a un cargo de tanto poder. Dicen que es un tipo que tiene carisma y da esperanza. Que tiene un no sé qué que le hace diferente.

Y ese no sé qué, seguramente, será lo que estamos buscando en la nueva persona que se incorpore a Play. Y es que, curiosamente, en esta agencia, volvemos a ir a contracorriente: que los gatos negros traen mala suerte, pues me convierten en su mascota. Que dicen que no se puede hacer diseño comprometido y publicidad con valores, pues en Play vamos a intentarlo. Ahora dicen que hay crisis y que el paro va en aumento, pues nosotros para desmentirlo, buscamos una persona nueva para formar parte del equipo Play.

La cuestión parece ser que va del color de piel/pelaje y de ir a contracorriente. El tal Barack Obama ha prometido ocuparse de ciertos temas que hasta ahora parecían intocables, imposibles o impensables y solucionarlos: la salida de Irak, el cambio climático y la ayuda a las clases más desfavorecidas. Eso es ir a contracorriente. Y en Play, a nuestra manera, en nuestro entorno reducido, también queremos ir a contracorriente, porque queremos plantar cara a la cosas con una sonrisa. Demostrar que el diseño y, en general, todo lo que hacemos puede enfocarse desde una perspectiva más cercana y positiva. O al menos, eso dicen estos locos creativos.

Ir a contracorriente a veces no es fácil, pero, desde luego, de quedarse quieto y no arriesgarse, nunca se ha ganado nada. Por eso, los cambios son buenos, no sólo para un país, una nación, una agencia; incluso, también para los gatos. Esto me hace pensar que, tal vez, debería plantearme algún cambio vital o cambio laboral. Creo que pondré un anuncio donde ofrezca: “Gato negro que trae buena suerte- pedir referencias de eficacia a Play Creatividad-, sin demasiada experiencia, busca trabajo como escritor”. ¿Creéis que alguien me haría caso? A veces la cuestión es ir a contracorriente o, simplemente, ir siguiendo lo que te dicte tu inconsciente.

Próximamente, más y mejores ronroneos.

Play, el gato

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jueves, 23 de octubre de 2008


Hace un par de días, en un brainstorming –nunca entenderé porque los humanos ponéis nombres tan extraños - me enteré de una especie de movimiento que algunos humanos estáis promoviendo y al que sin dudarlo, me sumo encantado: el movimiento slow –y estamos de vuelta con los anglicismos-.Vamos, el movimiento lento.

El movimiento lento propone tomar la lentitud como emblema de vida, para disfrutar del momento, sin las prisas y el estrés de las sociedades humanas. La verdad es que no habéis descubierto nada nuevo. Más bien, yo diría que habéis tomado el ejemplo de la forma de vida gatuna. En la agencia, más de un día, oigo la ya famosa frase: “Play yo quiero ser como tú, que me lo den todo hecho” o “¡Play qué bien vives, ahí durmiendo todo el día! ”.En fin, los humanos anheláis las facilidades, pero creo que por encima de todo, echáis en falta el tiempo, la calma y la libertad para hacer lo que queráis. Por eso envidiáis a los gatos. Nuestras siestas eternas, nuestros bostezos constantes, pero sobre todo, nuestro particular y personal ritmo vital. Os gustaría poder parar el reloj, apartar las obligaciones cotidianas y, por un rato, disfrutar únicamente de un sofá, un Warcraft, un lienzo o un papel en blanco. Pero, claro, parar y detenerse a veces no está bien visto. Os han enseñado a trabajar y producir, y más trabajar y más producir para alcanzar algo que ni se sabe lo que es o que a lo mejor ni queréis.

Por eso me gustó eso del movimiento lento porque, en muchas ocasiones, ir más lento, ralentizar o parar el reloj vital es necesario no solo para la salud, sino para uno mismo. Parar para coger más energía. Parar para discernir el paso siguiente. Parar, simplemente, por el placer de parar. Os puedo asegurar que es de lo mejor, sólo tenéis que mirarme a mí… ¿A qué queréis ser como yo? Pues ya sabéis, de vez en cuando, -ahora si os lo digo en inglés- poner el Pause o el Stop, os lo dice un Play.

Próximamente, más y mejores ronroneos.

Play, el gato.

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miércoles, 15 de octubre de 2008


Apreciados lectores y blogueros:

A pesar de los tiempos que corren, siempre hay pequeños hechos que nos llenan de alegría y que, de una manera u otra, nos congratulan con la humanidad, incluso a mí. Y uno de esos pequeños, pero trascendentes hechos es el nacimiento de un nuevo ser –ya sea bebé humano o bebé gatuno.

Hoy me permitiréis que me tome la licencia de aprovechar el blog para un tema personal como es dar la enhorabuena a unos padres repetidores en este asunto: Gemma y Efrén. ¡Qué les puedo decir! Simplemente, felicitarles por la llegada de su nuevo vástago. Ya sé y me lo podéis echar en cara, que no suelo ser el gato más afectuoso con vuestros niños… Sí, lo sé, a veces soy un poco insensible a las carantoñas de los pequeños, y me mantengo alejado, pero es que me habéis de entender. Durante mucho tiempo, he sido una especie de “hijo único”, un gato que recibía toda las atenciones del mundo –bueno, la verdad, es que ahora tampoco puedo quejarme-. El caso es que de repente, ese lugar fue siendo sustituido por pequeños monstruitos humanos y aunque Efrén, tú y yo lo hemos hablado, a veces me puede mi lado más gatuno y me torno un poco lunático y poco agradable con los niños. Aunque a estas alturas, creo que ya debo irme acostumbrando. ¡No me queda más remedio!

Ahora, con este nuevo humanito, será ese momento en que todo el mundo os esté visitando y recalcando las típicas frases de “Qué cosa más mona”, “Qué rico, qué dulce” “Se parece a su padre… No, no, se parece a su madre”. Con todos mis respetos, paparruchas. Un bebé no es una cosa mona y menos cuando está recién nacido. Reconozcámoslo, los bebes al nacer son feos, pero si es que tiene toda su lógica. ¿Cómo estarías vosotros después de tal esfuerzo y de un cambio tan radical? Lo de “Qué rico, qué dulce”... Lo mismo. Hablemos con sentido común. ¿Rico? ¿Acaso lo habéis probado o queréis decir que viene con un montón de euros bajo el brazo? Aunque sin duda, mi preferido es el de a quién se parece… Dejar de buscarles parecidos, pobres niños. ¡Qué sean como tengan que ser!

Con toda esta retahíla sólo quiero deciros que a pesar de todo, me alegro que en estos momentos os estén diciendo “Qué cosa más mona”, “Qué rico, qué dulce” e, incluso, que estén discutiendo si se parece al padre o a la madre. Lo importante es que el nacimiento de un bebé debe vivirse como un hecho que aunque plenamente natural, es casi, casi mágico, ¿verdad? –uy, estas últimas palabras me suenan. Algún día tenía que acabar con ellas.

¡Ésta va por Kai!

Próximamente, más y mejores ronroneos.

Play, el gato

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viernes, 10 de octubre de 2008


Apreciados blogueros y lectores:

Hace ya días, semanas e incluso meses que oigo hablar continuamente de una palabra: crisis.

La oigo en la agencia, la leo en los periódicos gratuitos que cada día traen aquí; incluso la escucho entre la gente cuando me asomo a la calle y contemplo el paisaje urbano de siempre.

Yo nunca había oído esta palabra y, sinceramente, no entiendo mucho sobre esto de la crisis, pero creo que los humanos andáis igual de perdidos que yo. ¡Mira por dónde, por fin, hemos encontrado algo en común!

El caso es que como soy un felino inquieto, más mentalmente que físicamente,-porque ya sabéis que poco más de la puerta me atrevo a salir-, he empezado a leer, investigar y preguntar.

Leo en los periódicos grandes titulares a cual más negativo, más preocupante: Catracrak, Tormenta perfecta en la Bolsa, Se colapsa el reloj de la deuda, El crack bursátil… Y así un largo etcétera. Vamos, titulares perfectos para animar a la gente.

Os preguntaréis que para qué hago todas estas cosas, porque al fin y al cabo, soy un gato y como gato no va a pasarme nada. ¡Pues estáis muy equivocados! Si la crisis aprieta, los gatos lo notaremos. Seguramente, no dejaremos de comer, ni dejaremos de seguir nuestra vida más o menos como siempre –como le sucederá a la mayoría de humanos. Pero os puedo asegurar que si la crisis aprieta, el ánimo se afloja y un amo triste y desanimado no es la mejor compañía del mundo.

Y ante todo esto, ¿cómo hay que pensar o actuar? Tal vez sea el momento de plantearse las cosas de otra manera, empezar de cero y construir un nuevo sistema. Eso dicen los positivos. Otros, los más negativos, que toda esta situación la pagarán los de siempre, los más desvalidos. En fin, que yo creo que no me voy a posicionar ni con unos, ni con otros. Sencillamente, disfrutaré del día de hoy –toca latita de los viernes- y lo que tenga que ser, será. Para que me y nos vamos a preocupar más de lo que ya lo intentan…

Próximamente, más y mejores ronroneos.

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lunes, 29 de septiembre de 2008




Apreciados blogueros y lectores,

El mes de septiembre se acaba y el otoño parece haberse adelantado este año en forma de días grises y precipitaciones varias. El ánimo veraniego parece recluirse y los humanos dejáis la alegría y el jolgorio para próximas estaciones. Hay que ponerse serios, cotidianos y profesionales –y yo añadiría, que incluso, os tornáis algo aburridos.

Y como hay que ser más profesionales y cotidianos, en la agencia y para ayudar a la concentración del equipo, se ha acordado una norma: más silencio, menos música, menos estruendo.

Supongo que debido a esto y al cambio de estación, he notado entre los miembros de la agencia, una variedad de estados anímicos de lo más variopinto. Y yo aquí, si que no tengo nada que decir, pues a mí los cambios estacionales también me afectan mucho físicamente –ya sabéis mis periodos de caída de pelo-. No tanto los anímicos, se mantener la calma -igualito que vosotros, ¿verdad?

Retornando al tema del ruido, realmente, en determinados momentos los humanos sois exageradamente ruidosos, especialmente, para mis oídos que son capaces de percibir sonidos imposibles para los vuestros. Así que cuando a vosotros mismos os molesta algo, imaginaos a mí. ¡Tened piedad de los gatos! ¡No más Manolo Escobar a todo trapo de los vecinos, ni más bocinas de camiones y coches, ni más alarmas intempestivas en la madrugada!

Yo siempre puedo evadirme. Irme a la salita, a mi sofá y enroscarme para aislarme de todo y de todos. Pero vosotros tenéis que seguir trabajando juntos, en comunidad y en comunión. Ahora, la cuestión es ¿dónde está el límite del ruido para no molestar a unos y dejar trabajar a los otros? ¿Se puede encontrar un equilibrio? Supongo que la clave está en que haya el ruido necesario para comunicarse más y mejor, pero el silencio suficiente para escucharnos los unos a los otros.

Ese es mi consejo, muchachos.

Próximamente, más y mejores ronroneos.

Play, el gato

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jueves, 4 de septiembre de 2008


Apreciados blogueros y lectores,

Ya hemos inaugurado el mes de septiembre, el mes que –a excepción de primeros de año- se convierte para los humanos en el momento de retomar rutinas e iniciar otras nuevas. Porque los humanos tenéis un par de extraños vicios en esta época: empezar coleccionables, que luego ni termináis ni sabéis donde colocar, y hacer una lista de buenos propósitos para el nuevo curso.

Yo, de coleccionar, no tengo ni idea… Lo más que he llegado a coleccionar han sido las tres entradas de este blog. Para mí, no tiene demasiado sentido el concepto de coleccionar, pero entiendo que los humanos sentís cierto placer en reunir objetos –algunos de ellos ciertamente inútiles. Me pregunto para qué. Y, otra cosa es la de coleccionar recuerdos… uf, eso para mí, sí que es misión casi imposible.

Y, luego está la lista de los propósitos. Frases que he oído por la agencia los últimos días: “Iré a la piscina”, “Voy a apuntarme al gimnasio”, “Voy a coger más la bicicleta”, “Voy a adelgazar…” En fin, de aquí a un tiempo ya os contaré cuántos de estos propósitos se tornan en realidad. No es que no crea en su palabra y buenas intenciones, pero es que ya se sabe que quién mucho abarca poco aprieta. Ya he detectado que los humanos funcionáis así, os ponéis metas para seguir adelante, lo cual no sé si es bueno o es malo. Sin embargo, creo que no deberíais obligaros a cumplir tantos propósitos, sino ir haciendo según lo que os apetezca a cada momento. Es lo que yo hago, pero entiendo que es vuestro carácter y debo respetarlo.
En fin, me tendré que adaptar yo a vuestra forma de entender la vida y, por eso, también voy a anunciar públicamente mi buen propósito: escribir más y dormir menos.
¿Creéis que lo lograré?

Próximamente, más y mejores ronroneos…
Play, el gato

Posted by Publicado por Play en 3:29
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miércoles, 3 de septiembre de 2008


Apreciados blogueros y lectores,

Unos se van y otros regresan. Así es el verano. Los que disfrutaron de las vacaciones vienen descansados y con una sonrisa de oreja a oreja por lo que han vivido y los que se van ahora, con la misma sonrisa pero por lo que les espera –que se lo digan a Francesc y a Marta-. La cuestión es que todos se van de vacaciones, pero ¿Y qué pasa con los gatos? En concreto, ¿Qué pasa conmigo?

Primero de todo, es un buen momento para recordar que el verano es época para disfrutar de nuestra compañía y no para dejarnos por ahí. Vamos el famoso: “Él no lo haría”. Pues eso, amos y dueños de gatos y, de otros seres de cuatro o menos patas, cuidarnos. No voy a hacer demagogia, cada uno ya sabe cuál es su deber y responsabilidad.

Por mi parte, no tengo problemas. En la agencia, se turnan y siempre estoy acompañado. Por mi parte, hace años que no voy de vacaciones, aunque también podríais pensar que ya me paso todo el año en este estado de disfrute y no iríais desencaminados. En fin, que sepáis que si no me voy de vacaciones es porque odio viajar en el cajetín. Para mi es la tortura más horrorosa a la que me podéis someter. Por eso, prefiero quedarme por aquí y seguir “espiando” a ver qué sucede este mes de agosto. Escuchando las historias de los recién llegados –Desiree y David-. Ahora, me voy a acercar a ellos, pero solo un poco, no se vayan a pensar que me acuerdo de ellos y que les he echado en falta. ¡Ni mucho menos, que uno tiene su orgullo! Me iré acercando poco a poco, haciéndome el remolón. Ahora les olfateo un poco, ahora les paso por entre las piernas, ahora les miro fijamente desde la distancia. Y así, hasta el tercer o cuarto día, en que ya me suba a la falda de Desiree. Voy a hacerles sufrir un poco…

Os dejo que estoy oyendo hablar sobre gatos. David dice que en las calles de Tailandia hay muchísimos, pero que la gente los cuida y respeta… Tal vez, tenga que pensar en superar mi trauma con el cajetín e irme a esos países…

Próximamente, más y mejores ronroneos
Play, el gato

Posted by Publicado por Play en 7:39
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Apreciados blogueros y lectores,

Hace un par de meses, me estrené como escritor –una faceta que nunca hubiera dicho que iba a desarrollar- en el “Anatomía de Play”, donde presentamos en sociedad –que fina que queda esta expresión- la frescología o algo así. El caso, es que me pidieron que escribiera la carta del director, cosa que ya comenté en su momento, me parecía un poco loco por su parte, pero claro, ya sabemos que este equipo no se caracteriza por su cordura. En fin, que aquello de explicar lo que veo, pienso e, incluso, lo que opino – ¡porque los gatos también tenemos opinión, aunque no la expresemos fácilmente!- me gustó, me gustó mucho. Y, bueno, aunque hace calor y mi divertimento preferido es estirarme en cualquier sitio, especialmente, la falda de mis chicas favoritas, para ver pasar las horas, he decidido colaborar en la agencia. Al fin y al cabo, ya toca después de tantos años, de estar mantenido. Por eso, le he pedido a mi amigo Francesc –nuestro diseñador web- que me ayudara a realizar mi idea. Así que hoy estreno este blog, con nombre e imagen provisional y aún por definir, pero eso sí, con ansias de explicaros todo lo que vaya sucediendo en Play.

Próximamente, más y mejores ronroneos…

Play


Posted by Publicado por Play en 7:20
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